El baloncesto necesita un ‘business plan’
Este verano se hablará mucho del fair play financiero, de cómo PSG o Manchester City podrán un año más hacer saltar la banca y fichar todo lo que se propongan, mientras el FC Barcelona suda tinta para preservar lo que ya tiene. En el fútbol, los clubes-Estado son los que corrompen el sistema, pero poco se habla de cómo precisamente Barça y Madrid actúan de la misma manera en el baloncesto. Ahí se justifica con que es la única forma de competir en Euroliga, donde el debate también está servido. ¿Realmente la canasta llegará a ser sostenible con los presupuestos que hoy se manejan? “Hay que ir a una reducción de ciertos presupuestos porque no tiene sentido que haya ese doping financiero”, me admitía unos días atrás Josean Querejeta, presidente del Baskonia. Es uno de los pocos que trata de luchar con recursos propios en una ACB que en 2019-2020 perdió 73,2 millones de euros, tras facturar 120,4 millones. Es decir, que los clubes gastaron seis euros de más por cada diez euros que generaban. ¿El problema? Barça y Madrid coparon un 75% de las pérdidas y solo el 18% de los ingresos reales, según el análisis realizado por 2Playbook estos días. Con las pérdidas que asumen las secciones cada año para ganar la Euroliga, su presupuesto dobla al de los rivales directos y multiplica hasta por diez a otros participantes de la Liga Endesa. Los equipos pequeños se quejan con más o menos intensidad de esta falta de topes al gasto, que en algunos círculos se defiende porque esa inversión permite al torneo tener cierto tirón internacional. Eso sí, a costa de que la temporada arranque con las cartas marcadas y sin mucho margen de error para adivinar al campeón. Sólo Valencia Basket, Baskonia y Gran Canaria han interrumpido el reinado de El Clásico en alguna ocasión durante la última década. El dilema que plantea el baloncesto, no solo español sino europeo, es si su producto de entretenimiento llegará algún día a generar ingresos suficientes para que los grandes clubes puedan hacer sostenibles sus operaciones. Euroliga tiene un acuerdo a diez años con IMG para hacer crecer el negocio, pero el problema es que necesitaría prácticamente multiplicar por diez los ingresos actuales para que el dinero que entrega a los clubes cubriera las pérdidas que hoy sufragan sus mecenas, se llame fútbol o de profesión multimillonario. Si no, algunos proyectos tienen los días contados, los que le queden a su dueño de querer seguir quemando dinero sin visos de poder recuperarlo.