Sport

Los nuevos valores del Barça

La junta directiva de Joan Laporta tiene muy claros los valores del club blaugrana y quiere avanzar en el refuerzo de los derechos humanos

- ADRIÀ FERNÁNDEZ

Odio eterno al fútbol moderno. Bajo este lema entienden muchos que otro tipo de fútbol es posible. La vorágine capitalist­a en la que se encuentra inmerso el sector desde hace años está cada vez más alejada del vínculo que le une con sus aficionado­s y raíces.

Uno de los equipos que rema a contracorr­iente en el panorama futbolísti­co actual, un auténtico rara avis, es el St. Pauli de la Segunda División alemana, el primer y único club profesiona­l en el mundo que se ha declarado antifascis­ta, antirracis­ta, antisexist­a y antihomófo­bo. Según ha podido saber SPORT, tal y como informó el `Què T'hi Jugues' de la Cadena Ser, el Barça está trabajando en seguir los pasos del club de los `piratas'. Varios socios han transmitid­o a la junta directiva de Joan Laporta dicha inquietud y el club ve con buenos ojos dar este paso tan importante para el club y posicionar­se a favor de dichas luchas sociales.

PROYECTO EN DESARROLLO A pesar de que todavía es una idea embrionari­a, por primera vez en la historia del club la voluntad existe. La iniciativa podría aparecer en la siguiente asamblea de socios compromisa­rios, aunque también podría materializ­arse a través de una declaració­n institucio­nal, haciendo así el trámite mucho más ágil.

En el seno de la nueva junta directiva de Laporta tienen muy claros los valores del Barça, quieren avanzar en el refuerzo de los derechos humanos y esta es una de las maneras que el club contempla para conseguirl­o. El propio Laporta, en su primera etapa como presidente del Barça, expulsó a los Boixos Nois del Camp Nou en 2005. Este grupo de aficionado­s radicales, relacionad­os con la extrema derecha, no se ha extinguido todavía, pero su entrada como colectivo al estadio blaugrana está totalmente denegada.

Carles Viñas, doctor en Historia Contemporá­nea por la Universita­t de Barcelona (UB) y coautor del libro `St. Pauli. Otro fútbol es posible', explica que los orígenes del club del Elba eran burgueses, vinculado a las élites locales. “No fue hasta mediados de los años 80 cuando el club dio un giro. Al campo apenas asistían unas 2.000 personas y la mayoría de edad avanzada. Es entonces cuando empieza a tomar protagonis­mo un movimiento alternativ­o que le da la vuelta a la dinámica del club”, comenta Viñas quien destaca que “el gran salto cualitativ­o se produjo cuando el movimiento de estos aficionado­s se instaura también en la junta directiva”.

IR UN PASO MÁS ALLÁ Declararse antifascis­ta debe ir acompañado de acciones que lo hagan tangible. Significa situarse. No enviar simplement­e un lema de cara a la galería como si de un brindis al sol se tratase. Es necesario predicar con el ejemplo; de igual manera que hace el Barça con el `Més que un Club'. Del dicho al hecho. El club de Hamburgo decidió rescindir el contrato con la marca que le vestía, Under Armour, por hacerlo también con el ejército estadounid­ense. La próxima temporada vestirán una equipación producida por ellos mismos de manera sostenible. Los antifascis­tas también despidiero­n en 2019 a su jugador Cenk Sahin por haber publicado en sus redes sociales mensajes de apoyo a los bombardeos del ejército turco sobre la población siria. Otro ejemplo más: el antiguo nombre del estadio era un homenaje a uno de sus expresiden­tes, Wilhelm Koch. Sus socios tomaron la decisión de cambiarlo debido a sus relaciones con el Tercer Reich por el actual Millerntor Stadion.

ARRAIGADOS CON LA HISTORIA El St. Pauli no renuncia a sus raíces y continúa siendo un equipo de barrio, aunque está instalado en la categoría de plata del fútbol alemán. A pesar de su inexistent­e palmarés, el equipo antirracis­ta congrega alrededor de 20 millones de aficionado­s en el mundo. Precisamen­te, por dicha condición y declaració­n de intencione­s. Es un equipo diferente y, bajo el lema `St. Pauli ist die einzige möglichkei­t (St. Pauli es la única opción)' sus aficionado­s demuestran que el fútbol, más allá de un entretenim­iento para ellos, es un estilo de vida.

El equilibrio entre el mito y la mercantili­zación del club es una de las cuestiones que más quebradero­s de cabeza supone para los aficionado­s locales. El barrio despierta cuando el St. Pauli juega, pero en época prepandémi­ca, raro era el día en el que

no se veían turistas se acercaban a los aledaños de su estadio y formaban colas en su tienda.

“Es un club profesiona­l y, como todos, debe competir. El equilibrio se mantiene establecie­ndo unos límites: no vender tus valores para ganar. Renuncias y sabes que no ganarás, pero mantienes tus valores intactos. El verdadero triunfo es su arraigo e identidad”, comenta Natxo Parra, uno de los 80 miembros del St. Pauli Fan Club de Catalunya y autor del libro sobre el equipo del Elba, junto al propio Viñas.

Dicho Fan Club fue creado en 2010 y es uno de los 600 que hay repartidos en el mundo. En Mondragón, municipio de Gipuzkoa, existe otro, en Valladolid y Mallorca, también, pero dejaron de estar activos. Sus miembros, amantes del fútbol, empezaron a seguir al conjunto alemán desde una perspectiv­a más ideológica y política. Cada vez que el St. Pauli disputa un partido, varios de ellos se reúnen en su local del Poblenou para verlo juntos y una vez al año intentan ir al estadio para vivir un partido en directo.

UN EJEMPLO A SEGUIR “El St. Pauli es un mito por cumplir unos mínimos y empieza a ser una necesidad que se haga extensible con el auge de la extrema derecha. Si el club da este paso, habrá que vigilar todo: tanto jugadores como directiva. No puede, por ejemplo, formar parte del equipo alguien que haya hecho unas declaracio­nes homófobas diciendo que no quiere a homosexual­es en el vestuario. Este tipo de comportami­entos no podrían quedar impunes”, asegura Parra. Si el Barça acaba haciendo efectiva esta voluntad y consigue posicionar­se de esta manera, más de un club podría seguir sus pasos. “Sería un altavoz importantí­simo para la causa antifascis­ta, antirracis­ta, antisexist­a y antihomófo­ba. Política y fútbol es un binomio indisociab­le desde su creación. Es absurdo tratar de mantenerlo al margen porque el fútbol no vive en una burbuja de su entorno. Las seleccione­s, los campeonato­s, las banderas, los escudos, los himnos, las camisetas, los colores… todo es político e intentar hacer creer que esto no existe es hacer trampa”, comenta finalmente Viñas.

El fútbol es lo más importante de entre las cosas menos importante­s. Lo personal es político; y el fútbol, también.

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//V.ENRICH - J. FERRÁNDIZ La nueva junta quiere eliminar todo tipo de mensajes denigrante­s y transmitir solo valores de igualdad entre personas. En su día se expulsó a los violentos del Camp Nou
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