Llegan los Juegos más difíciles
Aplazada por la pandemia hace un año, la cita olímpica nipona busca minimizar riesgos y presentarse como una victoria contra las adversidades
Un año atrás, el movimiento olímpico resistió cuanto y hasta donde pudo frente a los horrores, avances y variantes de la pandemia. Se aferró a la creencia de que los Juegos se mantendrían inalterados en señal de esperanza y desde el COI abrazaron el recuerdo de que este acontecimiento universal ya había superado con éxito guerras internacionales, conflictos diplomáticos y todos los contratiempos -de muy diversa índole- a los que se enfrentó el olimpismo desde la II Guerra Mundial. Desde entonces, ni una sola edición de los Juegos de verano había sido cancelada o pospuesta hasta que llegaron estos, los de la XXXII Olimpiada. Por muy distintos motivos, los de Tokio 2020 mantienen su nomenclatura original aunque finalmente se celebren en 2021. Las cabezas pensantes del Comité Olímpico Internacional viajaron de una postura casi inflexible sobre un posible aplazamiento a plegarse a la evolución imparable del coronavirus. El 24 de marzo del año pasado se producía la definitiva conversación entre el presidente del Comité, Thomas Bach, y el entonces primer ministro del país organizador, Shinzo Abe, para determinar un nuevo calendario para la cita nipona. Justo el que empieza a aplicarse esta semana. Un año después, los dígitos de propagación del coronavirus no dejan
Tras aplazarse, los Juegos siguen por un motivo que casi nadie admite: una nueva cancelación arruinaría al COI
A día de hoy, todos en Tokio se conformarían con que el evento se llevara a cabo sin sobresaltos
de ser preocupantes y durante las últimas semanas ha sido creciente el temor a que la confluencia de delegaciones venidas de los cinco continentes se convirtiese en un cóctel explosivo. De ahí que se hayan extremado las precauciones hasta el punto de delimitarse las libertades individuales de todos los participantes- para evitar a toda costa la peor de las pesadillas del COI: que los Juegos traigan aparejada una nueva variante de la covid. Un dato para la inquietud y que reafirma la conveniencia de unos Juegos a puerta cerrada: en la reciente Eurocopa con formato multisede, se estima que fueron varios miles los positivos relacionados con la celebración del evento.
CONSECUENCIAS Ya en 2020 todos los pronósticos apuntaban a que la suspensión de los Juegos tendría efectos económicos y deportivos devastadores, casi catastróficos, con millones de euros directos al sumidero y un sinfín de planificaciones y entrenamientos que fueron a parar a idéntico destino. Pero no quedó otro remedio que aplazar. Ahora, los Juegos siguen, pero por un motivo que casi nadie admite: una nueva cancelación habría significado la quiebra del COI. Esta vez no, casi ninguno de los altos dirigentes de la familia olímpica se atreve a decir que serán los que empiezan este viernes los mejores de la historia. El mensaje es otro: “Son los más importantes que jamás antes se hayan celebrado”. La organización ha desafiado a los comités científicos, al resultado de las encuestas y al desagrado de un amplio porcentaje de la población local, donde se cuentan por decenas de miles los ciudadanos nipones contrarios al plan de seguir adelante.
Así que la llama sí permanece prendida en el país del Sol Naciente, pero de momento sin la absoluta seguridad de que los Juegos vayan a celebrarse con la normalidad deseada. No habrá miles de espectadores en las gradas ni la ciudad anfitriona estará de fiesta desde el día de la inauguración al de la clausura. Y por supuesto que nadie esperará la noche del cierre a que el presidente del COI se congratule
-como lo hicieron sus antecesores en Barcelona, Sidney o Pekín- de que éstos hayan sido los mejores Juegos Olímpicos de la historia contemporánea. Huérfanos de público extranjero y local, de ninguna manera podrán ser bautizados como los mejores. Sí serán los más esperados (cinco años desde que se celebraron los anteriores) y por supuesto también los más difíciles. A día de hoy, locales y forasteros se conforman en Tokio con que los Juegos de Japón se lleven a cabo sin sobresaltos. Esa sería la mejor noticia posible.