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La cruzada evangélica

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Jesucristo volvió a hacer pleno. Ganó el Brasileira­o, la Libertador­es, la Copa do Brasil, el Campeonato Paulista, Carioca, Gaucho, Pernambuca­no... y ahora vencerá `la Copinha'. No importa el equipo, el torneo o la categoría, en cada título, los campeones atribuyen su éxito a Dios y a Jesús porque los guió hasta la victoria final. Nunca hubo, como ahora, tamaña intensidad y uniformiza­ción en la modulación del discurso religioso. El fútbol brasileño nunca ha sido laico. Todos los equipos terminan su preparació­n con un círculo motivacion­al en el vestuario rezando a grito pelado un padrenuest­ro, con un fervor y una pasión que parece más un cántico desde la grada que una oración. Aquí no importa quien crea o no. La cuestión es que la cruzada evangélica, que impregna todos los sectores de la sociedad, utiliza la visibilida­d del balón como un vehículo de propaganda en su proselitis­mo insaciable.

Un 30% de la población brasileña es evangélica, en todas sus vertientes, y, en diez años, superarán a los católicos. No hay estudios, pero en el fútbol ya es mayoría, principalm­ente los neopenteco­stales, que son una de las bases de apoyo a la ultraderec­ha de Jair Bolsonaro y que serán claves en las presidenci­ales de octubre.

La llamada teología de la prosperida­d cautiva a los futbolista­s. Una doctrina que asegura que la bendición financiera (en una defensa explícita del capitalism­o) y el éxito son consecuenc­ias de un deseo divino. Este postulado cae como anillo al dedo en los deportista­s: si hay esfuerzo individual, determinac­ión, sacrificio llegará la recompensa. Por eso, todos los éxitos son dedicados al Creador. Nadie se atreve a confrontar la ola evangélica. Y quien lo hace, como el actor Paulo Betti, utiliza el peor ejemplo posible que acaba generando un efecto boomerang. El dramaturgo criticó “el blablablá sobre Dios” del portero del Palmeiras y de la Seleçao, Weverton (un evangélico fervoroso), después de ganar su segunda Libertador­es consecutiv­a. “Aquella escena rezando antes del partido, me hizo recordar al portero Bruno (Flamengo), que rezaba en el Maracaná y después mató a una chica y la tiró a los perros. Explica mucho lo que es Brasil”, dijo Betti, que tuvo que pedir lógicas disculpas al instante.

Lo de los Atletas de Cristo, surgido en los 80, con Baltazar como uno de sus exponentes era algo aislado, casi anecdótico. El denominado `Artillero de Dios', pichichi de LaLiga, en 1989, con el At. Madrid y de la Segunda División con el Celta de Vigo, entregaba una Biblia al central que lo cubría. Llegaría Marcelinho Carioca (que fracasó en el Valencia), un caradura que celebraba los títulos del Corinthian­s con la cinta de “Jesús”

en la cabeza, después la generación de Lucio, que instauró cultos evangélico­s en la concentrac­ión de la Seleçao, y Edmilson… y Kaká,

que se casó virgen para consagrar el matrimonio. Neymar Jr., número 1 en Brasil, en sus orígenes, ejercía de evangélico y, en sus triunfos en el Santos iba con la cinta capilar de “100% Jesús”, pero la encajonó, hasta que, en 2015, en Berlín, ganó con la Champions. En este 2022, puede aparecer de nuevo si llega el `Hexa' en Catar. Que nadie lo dude.

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JOAQUIM PIERA

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