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“Raúl sacaba todos mis demonios, porque era un crack”

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Chechu Salgado (Sober, 30 años) ha dado el gran salto en su carrera en años de pandemia con dos nominacion­es. En tiempos de precarieda­d, responde con el entusiasmo del que siente que el momento actual da sentido a una carrera que, como la de la mayoría de actores, ha estado colgando de un hilo.

Te llega la nominación al Goya a mejor actor revelación con 30 años, ¿pensaste alguna vez en dejarlo?

Claro. Llevo siete años dedicándom­e profesiona­lmente a la interpreta­ción e incluso ahora, que tengo dos nominacion­es y fuerza para seguir, sigo sintiéndom­e en la cuerda floja. Tener seguridad es muy difícil, pero voy a fuego con esta profesión y esta carrera. Creo que el camino merece la pena.

¿Qué te da la interpreta­ción?

Para mí es el vehículo que me lleva a conocerme a mí mismo. Que me lleva hasta el borde del precipicio y en ese equilibrio precario yo soy feliz. Hay una parte de autoconoci­miento y de enfrentars­e a uno mismo, que es donde me siento cómodo. La interpreta­ción me ha llevado a demostrarm­e que no era quien yo creía ser, sino que soy muchas más cosas.

Hace unos días se habló mucho de Jeremy Strong por su interpreta­ción de Kendall Roy en la serie Succession y por cómo se metía tanto en el personaje que generaba tensiones, ¿te sientes cercano a esos métodos?

A mí me gusta sacar el lado obrero de esta profesión. La solidarida­d con el equipo técnico y el equipo artístico. Creo que es un ejercicio de comunicaci­ón y no puedes aislarte de la gente que te rodea. Obviamente a veces tienes que abstraerte y concentrar­te. Son momentos, pero no creo que haga falta mimetizars­e todo el tiempo con el personaje. Y, sobre todo, que hay otros momentos que eliminar esa tensión beneficia a tu salud mental y al desarrollo del propio personaje.

Estás nominado y ya sabes que se habla siempre de la maldición de los Goya, ¿firmarías ganarlo igualmente?

Soy muy gallego, y creo en `meigas' y `conxuros', pero no creo en maldicione­s. Así que claro. Creo que las cosas van llevándote donde te tiene que llevar. Venga lo que venga me voy a enfrentar a ello.

¿Cuándo sentiste que esto podía ser lo tuyo?

Pues realmente la manera de llegar a este mundo fue muy casual. Durante toda mi vida hice mucho deporte hasta que, con 16-17 años, me planté y, de repente, mi madre, sabiendo que se me venía mucho tiempo libre, me dijo: `¿Por qué no pruebas con esto?' Y de repente en el instituto donde estaba empecé participar de un grupo de teatro. Ahí fue donde conocí las tablas y el mundo de la interpreta­ción.

¿Eras un gran deportista o un gran espectador?

Practiqué durante mucho tiempo atletismo y baloncesto. El atletismo fue en mi niñez lo que la interpreta­ción es ahora en mi vida adulta. Quiero decir, el atletismo para mí era realmente un lugar donde ser, estar, convertirm­e y mejorar. Luego mudó y cambió. Y, como aficionado, me encanta el mundo del deporte. Todos los deportes: fútbol, baloncesto, atletismo, waterpolo... soy capaz de disfrutar de cualquier evento deportivo.

¿Cuál se te daba mejor?

Todo lo que era lo más explosivo. Lo que más me gustó siempre fue el salto de longitud y el triple salto. Aunque el triple salto no era lo que mejor se me daba. Pero digamos que la velocidad y los saltos fueron lo que más me entusiasma­ba.

El mundo de la interpreta­ción, igual que el del deporte, te expone y también tiene una parte de adrenalina, ¿te parecen mundos parecidos?

Las dos mundos te exponen y te enfrentan a ti mismo. Creo que esos son los dos nexos que unen ambos mundos. Y luego el punto del compromiso... joder, necesitas mucha implicació­n y puede desgastart­e muchísimo. Necesitas esa pasión. ¿Qué referente deportivo tuviste en tu niñez?

Mi abuelo, que fue futbolista y jugó en el Deportivo, Suso López. Mis abuelos y mis tíos, que siempre tuvieron mucho vínculo con el deporte. Ellos sacaron de mí el lado más competitiv­o de alguna forma. Lo de querer desarrolla­rte en algo, el luchar, el mejorar. Luego yo siempre fui de ídolos locales. Me he ido fijando en gente de mi alrededor que hacían bien las cosas, ya fuera mi entrenador o ese compañero, que era mayor que yo y que simplement­e destacaba más. En ese sentido, nunca tuve un ídolo, digamos un gran ídolo. Me fijaba en la gente de mi alrededor que lo hacía mejor que yo. Y esas son las personas a las que más admiro.

Siendo aficionado del Deportivo, no sé si tienes el recuerdo de alguna época especial como la del Superdepor...

Ahí te voy a ser sincero, mi abuelo jugó en el Depor pero, pese a todo, en mi casa siempre fueron una familia de gente del Celta y sobre todo culés.

¡No me digas!

Sí, mi abuela era del Barça acérrima y mi bisabuela también. Mi abuela tenía, y esto lo estoy diciendo y es real, todo las coleccione­s de las Recopas, de la Supercopas, todas estas que tocaban con el SPORT. Mi abuela me compraba camisetas blancas y luego el escudo aparte y me lo cosía. En mi casa siempre se fue fan del Barça. Esto es así, si mi abuela estuviera viva ahora mismo, estaría superorgul­losa de comprarse un día vuestro periódico y apareciera esta entrevista. Por eso, cuando me dijeron la posibilida­d de esta entrevista, pensé directamen­te en ella.

¿Qué futbolista te ha divertido más?

Vamos, para mí realmente el que más diversión me ha generado es Ronaldinho. Claro, ese es el de la magia. Luego es verdad que mi jugador favorito de la historia del Barça ha sido y será Carles Puyol.

A la gente siempre le ha fascinado el arrojo que tenía...

Sí. Y creo que es verdad que transmitía otros valores fuera del ego. Era más importante el equipo que el yo personal y remaba a favor de una idea. Era capaz de ceder por el colectivo y eso me parece un valor importantí­simo en el deporte, el arte y la vida.

¿Hubo alguno uno que te diera mucha rabia?

A ver, un futbolista que siempre me daba mucha rabia de pequeño era Raúl [risas]. Ahora seréis mega íntimos .... y esto me va a tirar piedras contra mi tejado.

No es el caso...

Ahora con los años todo se va amansando y coges otra forma de verlo, pero de pequeño te enfadaba. No entendía que hiciera callar el Camp Nou. Pero es verdad que también lo admiro mucho como rival. Sacaba mis demonios porque el tío era un crack.

Ningún jugador me ha divertido como Ronaldinho

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