Djokovic, insolidario y mentiroso
El `culebrón Djokovic' supera la realidad y roza la ciencia ficción. Esta madrugada debe haberse emitido el veredicto final, la sentencia definitiva. No valen más apelaciones ni recursos. Mañana comienza el torneo y urge solucionar un problema que está eclipsando al mismísimo Open de Australia. Un caso digno de una serie de televisión ya que va más allá de lo imaginable, en contra de la legalidad y el sentido común. Una historia que dura diez días en la que se encadenan errores con mentiras, escándalos con amenazas. El 5 de enero voló
Djokovic de Málaga a Melbourne. Fue detenido nada más llegar por la policía fronteriza, detectaron irregularidades en su documentación y se le denegó el visado. El serbio se hizo el mártir sabiendo mejor que nadie que no había cumplido la cuarentena, que había falseado la declaración escrita, que había pasado el fin de año en Marbella sin autorización. Así se convirtió en el héroe de los antivacunas ignorando que ser rico y famoso no le permite vulnerar la ley. El gobierno australiano cometió el gran error de no zanjar el tema en 24 horas. Un caso que se podía solucionar rápido deportándolo a su país, se envenenó de mala manera. Entraron en acción los abogados, la justicia y el temor de los políticos al qué dirán. Fue trasladado a un hotel convertido en centro de emigrantes hasta que el 10 de enero un juez decretó su libertad y le autorizó a entrenar. Solo ganó el primer set. Posteriormente se descubrieron más errores en la documentación que el jugador reconoció y el día 14 el ministro de Inmigración le retiró por segunda vez el visado y fue detenido de nuevo.
Este culebrón daña la reputación de
Djokovic y solo puede acabar de una manera: con la expulsión en forma de deportación del jugador a su país. Otra cosa sería un gran escándalo y un pésimo ejemplo para el mundo del deporte. La decisión corresponde al Tribunal Federal de Australia y en este sentido el ministro de Inmigración, Hawke, ha sido claro y rotundo. “El comportamiento de Djokovic puede alentar o influir en otros para emular su conducta y no cumplir con las medidas de salud pública apropiadas tras un resultado positivo de covid-19, lo que podría conducir a la transmisión de la enfermedad y eso es un grave riesgo para la salud”. La postura de
Djokovic es inaceptable, por insolidario y mentiroso. El Nº 1 del tenis perderá este partido. No es víctima de la situación, es culpable del caso. Por este camino le espera una temporada de perros. O se vacuna o no va a jugar en Estados Unidos. También peligra su participación en Roland Garros. Sorprende el papel frío y distante de la ATP cuando tenía que estar del lado de la ley. El serbio se ha equivocado gravemente y esto puede quedar como una mancha negra en su brillante carrera.
El tenista serbio se ha equivocado y esto puede ser una mancha negra en su carrera