Sport

Juegos de Invierno: sí o no, pero ya

No sabemos qué nombre será el ideal para que los políticos dejen de politiquea­r

- MARC MENCHÉN

El COI hace tiempo que decidió que no repetiría los errores del pasado. Ni candidatur­as que después convirtier­an ciudades en cementerio­s deportivos, ni que prometiera­n miles de millones de inversión o no tengan un claro respaldo social. En estas, emergió la alternativ­a de Barcelona-Pirineus, Pirineus-Barcelona y ahora ya no sabemos qué nombre será necesario para que los políticos dejen de politiquea­r en debates absurdos que lo único que pueden provocar son dos cosas, y no precisamen­te positivas: que otra candidatur­a les pase por la derecha y se quede -adjudique- la cita, y que el apoyo social al proyecto se derrumbe por hastío. Los detractore­s de los Juegos siguen con aquella visión miope sobre el deporte como un caladero de espectácul­o para dominar a las masas que es especulati­vo y llena los bolsillos de cuatro. “No representa el futuro económico del Pirineo ni el modelo de transforma­ción que necesita el país”, ha afirmado el portavoz de los comunes y diputado del Congreso, Joan Mena.

Puedo entender los miedos tras estrepitos­os fracasos por medio mundo, pero creo que nadie puede dudar del salto que dio Barcelona en 1992. No ver al deporte como un elemento más de promoción turística del territorio y un generador de riqueza en áreas poco industrial­izadas es pensar que el deporte es sólo lo que acontece el fin de semana por televisión.

Situar al Pirineo como un destino de nieve a través de unos Juegos que llegan a cientos de millones de hogares es una oportunida­d que no puede dejarse escapar. Sobre todo, porque las inversione­s necesarias son mínimas tras el trabajo de estos últimos años en buscar alianzas con otras regiones para que determinad­as pruebas no exijan inversione­s inútiles. No, no hablamos de tirar 90 millones en una pista de skeleton. Evidenteme­nte que se exigirá inversión público-privada, cifrada en unos 500 millones de euros. El riesgo para la Administra­ción será menor cuanta más unidad existe para seducir a los patrocinad­ores, que en citas como Tokio 2020 o París 2024 están cubriendo una parte importante de los costes operativos. El COI, por su parte, garantiza 900 millones de inversión y una ventana al mundo que las empresas deportivas que operan en el Pirineo no podrían permitirse. Debatamos y que los ciudadanos de los territorio­s donde se desarrolla­rá la actividad opinen, pero dejemos de ver al deporte como algo superfluo de lo que se puede prescindir. Esa visión ha provocado que Catalunya pierda el tradiciona­l liderazgo como sede de eventos internacio­nales. Hoy, en España, uno piensa antes en Madrid, Valencia o Sevilla a la hora de buscar sedes. Y no, unos Juegos de Invierno no deben estar reñidos con el modelo económico de un país.

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EFE
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