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“Todo era disfrutar... era sensaciona­l”

`Vander' ha entregado toda su vida al mundo de la vela antes, durante y después del 92, y se ha ganado el reconocimi­ento por su profesiona­lidad

- PEP COSTA VALENTÍ ENRICH (FOTOS)

Toda una vida de amor por la vela, sin ninguna duda. José María van der Ploeg, `Vander', encontró pronto la llamada esencia de la vida en el mundo de la vela que convirtió en su pasión y profesión, al margen de la inolvidabl­e experienci­a vivida en los Juegos de Barcelona 92.

“A mi abuelo le gustaba mucho la náutica, pero mi padre me inculcó el barquito y navegar con él. Mi madre también ayudó mucho, porque le gustaba la vida social que hacíamos en el club”, confiesa sobre las causas que lo encaminaro­n hacia su destino en el mar. “Practicaba otros deportes y no se me daban mal, como el hockey patines o el tenis, pero escogí la vela”, reconoce. Empezó joven para conseguir llegar a 1992 con la suficiente experienci­a para alcanzar el oro olímpico en la clase `Finn' como si de un veterano se tratara, a sus 34 años, tras haber participad­o en los Juegos de Seúl cuatro años antes como entrenador de José Luis Doreste, que ya ganó el oro también en `Finn'.

“Muy probableme­nte era el más veterano del equipo, pero no tenía ninguna presión porque no había nada que perder. Me planteé disfrutar y me preparé bien. Barcelona, además, tenía muchas connotacio­nes, porque empecé a navegar con mi padre justo al lado del Puerto Olímpico. Estaba en mi ciudad y tras abrirse al mar. Todo era disfrutar y todo era sensaciona­l”, reitera.

“Disfruté y disfruté y no me pasó nada más por la cabeza. Sí que la experienci­a de haber estado en Seúl y haber ganado un oro con Doreste me sirvió muchísimo para mejorar en todos aquellos aspectos en los que debía hacerlo”, concluye Van der Ploeg antes de recordar el gran momento del oro del 92. “Aunque parezca mentira, no tienes mucho tiempo para pensar qué ha ocurrido hasta que no pasan dos días y vuelves a tu rutina diaria, porque los 19 meses de preparació­n olímpica fueron casi 24 horas al día. No solo es ganar, sino cómo has ganado, qué circunstan­cias han habido y cómo has respondido tú y la gente que estaba a tu lado”, añade.

EL CAMBIO DEL 92 “Aprendes que hay un antes y un después. Mucha gente piensa que se te hace más fácil la vida y la verdad es que se te hace más complicada. A mí, Barcelona 92 me cambió y no me atrevería a decir ni para peor ni para mejor, eso el tiempo lo dirá, pero al ser un deportista de alto rendimient­o, eres una persona muy exigente, primero contigo mismo y después con tu equipo”, reflexiona `Vander' ante el éxito, que va más allá, para él, de una victoria o una medalla.

“He ganado muchos títulos a lo largo de mi carrera y, obviamente, el oro olímpico hay que decir que fue mi mejor triunfo, pero para mí personalme­nte no, porque hay una serie de eventos que han sido muy importante­s también, sobre todo cuando te has pegado muchas bo

El mundo de la competició­n de la vela es la experienci­a de la vida: intuición y oportunida­des

fetadas contra un muro de hormigón y al final lo abrazas. Eso tiene más valor, llegar al objetivo que te has marcado y que no haya fracaso, aunque siempre tiene que haber, porque sin fracaso, no hay mejoras”. Curioso es saber que para Van der Ploeg tampoco tiene demasiado valor el precio de la medalla: “La importanci­a no está en el trofeo, sino en la dificultad que has tenido en la competició­n. Aparte de eso, la vida de la medalla es bastante triste. Mucha gente que ha venido a mi casa se ha sorprendid­o porque no hay trofeos. A mí no me gustan y no me expliques por qué. No sé si es porque de jovencito mi madre se quejaba de su limpieza o porque en los ochenta eran de plata. A lo largo de mi vida muchos los he olvidado o los he regalado o están en el espacio entre el elevador y la planta, porque es muy difícil guardarlos”.

PRESENTE Y FUTURO De la vela también ha aprendido la filosofía vital de la propia existencia: “El mundo de la competició­n de la vela es la experienci­a de la vida: a veces debes tener un poco de intuición y aprovechar las oportunida­des”. También cree que el futuro que aguarda a su deporte es muy esperanzad­or: “Es fantástico porque seguimos teniendo una de talento increíble. Venimos de Tokio con dos bronces, pero podían haber sido cinco, casi como en Barcelona, y espero que los próximos Juegos de París nos traigan alegrías”.

“Hay mucho talento de deportista­s y técnicos, y si la gente tiene ilusión y ganas, los resultados vienen”, advierte con la misma alegría y entusiasmo con el que afrontó Barcelona 92 y su futuro inmediato, siempre agradecido a los suyos, sus padres, su mujer y su entorno, que siempre ha apostado por su seriedad y trabajo, profesiona­lismo y profesiona­lidad, en definitiva, de un deportista individual pero que siempre ha valorado a su equipo. “Tengo 64 años y no tengo intención de jubilarme. A nivel laboral, sí, pero no a nivel deportivo. Y está claro que no hubiera podido ganar si no hubiera tenido un buen entrenador físico y técnico, ni si mis padres no hubieran estado ayudándome, al igual que mi mujer, que siempre ha estado a mi lado”, afirma emocionado `Vander' sobre su vida ligada a la vela y al espíritu del 92, vivo para siempre en su Barcelona.

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