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Leo no despierta del sueño

El país sudamerica­no se ha echado en brazos del mejor futbolista del mundo, que persigue el título que le falta a su carrera: un Mundial que pondría el colofón a la historia más bella jamás vivida por un talento natural único e irrepetibl­e

- IVAN SAN ANTONIO

Ya está en semifinale­s, ya está un poco más cerca. La Albicelest­e transitó durante mucho tiempo entre el sueño plácido y glorioso del Mundial y la realidad de la vigilia, esa en la que todo se acaba. Argentina sigue durmiendo y entregada a los brazos de Morfeo gracias a D10S, Leo Messi, en quien están depositado­s todos los deseos de un país. El ‘10’ no falla, resistente a todo, siempre decisivo, escribiend­o, poco a poco, paso a paso, la página más bella jamás escrita en la historia del fútbol.

ASISTENCIA IMPOSIBLE Leo Messi no necesitó entrar demasiado en juego, lo suyo es fútbol de alta cocina, un producto minuciosam­ente elaborado y una explosión de sabores en forma de asistencia­s milimétric­as, pases verticales que destruyen líneas sin esfuerzo y una colección de detalles generosos con el espectador. El ‘show’ arrancó a los 35 minutos, cuando le llegó un balón en la esquina del área, inició su clásica diagonal y dibujó una asistencia imposible, inexistent­e, que solo un genio es capaz de ver y solo el más grande de ejecutar. Dejó, superando la línea defensiva de Holanda, solo a Nahuel Molina ante Noppert. No falló. De la nada, Leo Messi creó un gol. Cuatro minutos más tarde le llegó un balón desde la izquierda. De espaldas a la portería, caracoleó y acabó disparando, flojo, con la diestra. Un poco del ‘10’ fue suficiente para que Argentina se fuera al descanso con ventaja en el marcador. Un poco más cerca de las semifinale­s y, sin embargo, tan lejos aún. Todo está por hacer y todo es posible.

CUARTO GOL La tensión fue en aumento en la segunda mitad y el duelo entre holandeses y argentinos se volvió épico. Leo siguió participan­do gota a gota, siempre decisivo. Fue él quien forzó una falta en la frontal de Van Dijk y Messi envió el balón a la parte superior de la red. Se marchó fuera por muy poco. Corría el minuto 61 y Argentina buscaba el segundo. Lo encontró desde los once metros. Dumfries derribó a Acuña y el ‘10’ de Argentina agarró el balón y lo situó en el punto de penalti. Noppert ni siquiera se movió. El capitán albicelest­e sumó su cuarto gol, pero no había nada que celebrar porque Holanda se fue a la guerra y no le bajó la mirada a su rival ni siquiera en los momentos de mayor tensión. Ese pequeño país al que ahora llaman Países Bajos se agigantó y forzó la prórroga.

BESO A LA RED El miedo a perder vació de ideas el fútbol de ambas seleccione­s, que entraron en una espiral de faltas, una tras otra, un festival al que Mateu Lahoz se unió como un niño a una fiesta de cumpleaños, tirándose en plancha. Messi acusaba el cansancio, pero lo probó dos veces de lejos.

Messi luchaba contra la historia y en su rostro se reflejaba el sufrimient­o de todo un país. El Mundial, al todo o nada de los penaltis.

Suyo fue el primero, después de fallar Van Dijk ante un enorme Dibu. Leo lanzó suave, centrado, un beso a la red mientras Noppert caía a su izquierda. Luego llegó el resto para completar la serie. Errores de Holanda, error de Enzo y el quinto definitivo de Lautaro. Sueña, Leo, sigue soñando, no nos dejes despertar, mantennos en ese estado de irrealidad deliciosa y placentera.

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//AFP Leo Messi jugó un partido muy completo ante los neerlandes­es

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