Sport

Disfrutar el momento y sufrir el siguiente

- CARME BARCELÓ

Un tipo que marca el gol de la victoria en el tiempo de descuento y lo celebra llorando. Otro, que es más culé que el escudo y que lleva con gran elegancia la suplencia, salta del banquillo como un poseso y es el primero en llegar a abrazar al goleador. Un entrenador que, vestido de negro riguroso, deja ese rigor en la banda y salta como una liebre tras ese tanto que supone una victoria, un respiro y casi una Liga. Otro técnico que está en el palco levanta el brazo con el puño cerrado, comparte el momento con su esposa y también con la viuda de su maestro, Johan Cruyff. Una presidenta de un país, Hungría, que pierde los papeles celebrando los goles del Barça mientras se hace `selfies' con el cónsul y pone de los nervios (más) a los invitados de la zona noble. Un presidente que la tiene sentada a su derecha y que, a su izquierda, no nota la ausencia de otro mandatario con el que va de la mano en la Superliga y se da la espalda en el resto de la vida. Y empujando a los jugadores, a los invitados, a los dirigentes y cortando los hilos de los que tejen en el palco blanco, 95.745 almas blaugrana que reivindica­ron como nunca el `som i serem', ese sentimient­o de pertenenci­a que se vio representa­do como pocas veces. `Tots units feien força' contra un rival crecido antes y después de la derrota por obra y gracia de un `affaire' arbitral que nació y creció en el propio club y que ahora alimenta al enemigo. Si quieren ustedes saber lo que es un combinado de paradojas, vivir en un alambre, disfrutar el momento, sufrir el siguiente y comerse la vida a golpes, háganse hoy socios del Barça.

“A doce puntos también he estado yo”, decía Xavi en la rueda de prensa postclásic­o. Es el realismo hecho técnico de un primer equipo del club que lleva tatuado en el alma y al que llegó cuando estaba hecho unos zorros. Pensó en presente, intentó aparcar el pasado y supo que el futuro a corto plazo pasaba por ganar, ganar y volver a ganar. Regatea como puede el debate del estilo y, otra paradoja de la vida, el domingo tenía al `sancta santorum' del mismo sentado sorpresiva­mente en el palco. Otra presión añadida ha sido convivir con la insistenci­a de la visibilida­d del ADN. Qué le van a contar a él, a Busquets, a Sergi Roberto, a Jordi Alba, a Balde,a Gavi y, sí, a un Frenkie de Jong que ha entendido mejor que nadie esta proteína y la lleva en cada una de sus células. Ellos y el resto del equipo se saben la teoría y la llevan a la práctica con el `aquí y ahora' como mantra. Salen, disfrutan menos y se lo curran más. Pero son los mejores.

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VALENTÍ ENRICH
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