Sport

Carolina Marín vence en Orleans

- SERGI LÓPEZ-EGEA

Cuando tienes la suerte de cara nada te puede obstaculiz­ar. Solo te espera la gloria de la meta, entrar solo en el velódromo de Roubaix y ganar el segundo `monumento' de 2023, la primera clásica de las clásicas, el infierno convertido en paraíso, en el cielo y en el jardín plagado de piedras de Mathieu van der Poel.

Es una furia. Es el ciclista que ataca a 51, a 47 y a 45 kilómetros de la meta. Es el que se aprovecha de las desdichas de sus adversario­s. Es el Van der Poel que sale con vida, el único que no sucumbe al endemoniad­o Carrefour de l'Arbre, el más duro de cuantos sectores de adoquines esconde la París-Roubaix, porque el bosque de Arenberg siempre los coge demasiado lejos de meta, aunque en este 2023 fuera el lugar escogido por el Jumbo del siempre bravo, increíble y maravillos­o Wout van Aert para levantar chispas sobre las piedras, aunque los neumáticos de su equipo, como si fuera la desdicha de una escudería de

Fórmula 1, no se comportara­n como los ciclistas merecían: primero pinchó Christophe Laporte, tras poner la carrera patas arriba, y luego, lo criminal, Van Aert, cuando se estaba jugando la victoria con el nieto de Raymond Poulidor.

En la edición más rápida del `Infierno del Norte', la prueba se decidió en el Carrefour de l'Arbre. Allí fue donde John Degenkolb se fue al suelo en un adelantami­ento discutible -¿para qué está el VAR en el ciclismo?-, entre las piedras y las hierbas, un choque con Van der Poel, un codo protector del neerlandés y el alemán se fue al suelo el día en el que parecía reencontra­rse consigo mismo tras un atropello en Alicante, en 2016, cuando un coche embistió a su equipo mientras entrenaban y que casi puso fin a su carrera ciclista.

Y fue también el momento escogido por Van Aert para atacar, para ser contrarres­tado por Van der Poel. Ambos solos hacia la victoria. Cuando parecía que la pareja volvería a obsequiar con un duelo hasta el infinito y más allá, llegó el pinchazo de Van Aert. A menos de 20 km para meta se acabó la carrera y comenzó la épica de Van der Poel, que ganó en Roubaix tras hacerlo en San Remo y acabar Flandes segundo. Su compañero Jesper Philipsen derrotó a Van Aert en el esprint por la segunda plaza. Una vez más, Van der Poel y Van Aert compartier­on podio. Y una vez más el neerlandés fue mejor que el flamenco, desgracias aparte y con la polémica por la caída de

Degenkolb, siempre discutible.

Iván García Cortina fue el mejor entre los españoles. Llegó en la 32ª posición. ¡Dios salve a los adoquines!

▄ Carolina Marín se alzó con la victoria final en el Másters de bádminton celebrado en la ciudad francesa de Orleans tras deshacerse en el duelo por el título de la estadounid­ense Beiwen Zhang en tres sets (25-23, 9-21 y 21-10). Encaraba Marín la cita con la confianza que le daba ser la cabeza de serie número 1 y haber superado todas las rondas previas sin haber cedido ni una sola manga. Enfrente tenía una jugadora que inició el evento como la sexta favorita y con la que tenía un balance positivo de 6-2. Tras ganar Marín el primer set y Zhang el segundo, el tercero y definitivo set empezó con alternativ­as, hasta que con 10-10, Carolina fue un ciclón y no cedió ni un solo punto más (21-10).

El neerlandés sobrevivió entre pinchazos y una polémica caída; Van Aert acabó tercero

Carolina, un ciclón ante Zhang

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//EFE El duelo Van der Poel-Van Aert, lo mejor de la clásica del pavés
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//RFEDH El conjunto jacetano, celebrando el título copero
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