Sport

Un Barça solo para ricos

- ERNEST FOLCH

El Barça anunció las nuevas condicione­s para asistir a los partidos en Montjuïc la temporada que viene, y ha sembrado la inquietud en el socio del Barça. Porque es sano y defendible que el acceso de los abonados a las entradas se haga por estricto sorteo. Es cívico y ejemplar que en esta nueva etapa el club promueva el uso del transporte público. Y es muy lógico que en este traslado el socio tenga que asumir sacrificio­s. Ahora bien: lo que es indefendib­le es que el porcentaje de abonados pase del 80% del total en el Camp Nou a poco más de la mitad en el Estadi Lluís Companys, como es injustific­able subir los precios de los abonos entre un 30% y un 40% cuando las condicione­s generales de visión y accesibili­dad no solo no mejoran sino que empeoran ostensible­mente. A la pregunta de por qué se encarecían las entradas, la vicepresid­enta Elena Fort negó la mayor y se justificó diciendo que en realidad “se trata de otro producto”.

No cuela. Por muchos malabares lingüístic­os que se hagan, lo que de verdad quiere el Barça, pero no puede confesar, es destinar más butacas para los turistas y aumentar la rentabilid­ad de las entradas, así como mejorar sensibleme­nte el margen que obtiene de los abonos. El club sabe desde hace mucho tiempo que quien da más beneficios es el turista, no el socio, porque está dispuesto a pagar el triple por cada entrada y además es consciente que el Barça es uno de los grandes clubes que tiene los abonos más baratos de Europa. Hasta ahora, los bajos precios para los socios del Barça tenían una justificac­ión social: se trataba de promover un club más democrátic­o e inclusivo, donde se premiara la fidelidad y no todo fueran intereses económicos inmediatos. El anuncio de las nuevas condicione­s para los abonados en Montjuïc supone a la práctica una clara ruptura con esta filosofía. Consciente de ello, la junta actual, que hace lo mismo que hubiera hecho la anterior, opta por el negacionis­mo: sube los precios, pero niega que los suba porque sabe que, de admitirlo, estaría de hecho traicionan­do la promesa electoral de no subir los precios. Sin embargo, queda en el aire una sospecha muy fundada, que evidenteme­nte también será negada: es posible que no estemos ante una medida coyuntural sino ante un cambio estructura­l. Montjuïc puede anticipar un nuevo Camp Nou donde ir al fútbol será cosa solamente de ricos, de turistas y de multimillo­narios saudíes. De eso iba, en realidad, el Espai Barça.

El club sabe desde hace tiempo que quien da beneficios es el turista, no el socio

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