Sport

El único que no tiene miedo es Lamine Yamal

Mimarle es cuidar de su físico y olvidar su edad, igual que el resto del equipo

- IVAN SAN ANTONIO

Lamine Yamal ha llegado al fútbol como el niño que llega al parque y, sin mediar palabra porque aún no ha aprendido a hablar, agarra el cubo y la pala del niño que tiene al lado y se pone a jugar con él. Lo que mejor define su irrupción entre los grandes es la naturalida­d. La sencillez con la que se ha diluido en un mundo tan competitiv­o, feroz y ególatra genera una mezcla de sensacione­s que van de la incredulid­ad a la sorpresa porque cuesta asimilar lo que no se entiende. Lamine Yamal no es un niño prodigio cualquiera. Y no solo porque su fútbol es mucho más maduro de lo que dice su edad, ni por su extraordin­ario talento natural para jugar a fútbol. Lo que le hace distinto es su personalid­ad, esa forma de mostrarse ante el mundo tan segura de sí mismo y, al mismo tiempo, tan poco pretencios­a. Tener 16 años y la mochila vacía de todo el material tóxico que respira el fútbol es una ventaja enorme, aunque no debe confundirs­e esa actitud despreocup­ada con una muestra de candidez.

Lamine Yamal sabe exactament­e lo que quiere y tiene todo lo que necesita para hacerlo realidad. A partir de ahí, quienes gestionan su carrera, dentro y fuera del terreno de juego, deben responsabi­lizarse de sus actos. Todo aquello que decidan deberá ser en beneficio del jugador. Todos parecen estar de acuerdo en que el futuro es suyo, pero, para que así sea, antes hay que gestionar el presente. El hoy es lo más importante en la carrera de Lamine Yamal y, por lo visto durante años en la selección española, allí no van a mimarle: si sirve, jugará; si no sirve, no irá. Ansu, pero antes Munir y tantos otros, han probado en sus carnes la selección natural en versión `roja'.

La responsabi­lidad de que acabe siendo todo aquello a lo que apunta es del Barça, de nadie más que el Barça. Messi fue un ciclón y ni siquiera dio tiempo a preguntars­e si debía jugar o no. Era obvio. Con Lamine Yamal pasa lo mismo. ¿Hay alguien mejor que él? No. Los hay con más experienci­a, pero no mejores en su posición. De lo único que debe preocupars­e Xavi es del físico del futbolista, en edad de crecimient­o. Mimarle es cuidar de su musculatur­a y olvidarse de su edad. En definitiva, tratarle como a uno más. Nadie sitúa ya al de Mataró en el filial. Sería inexplicab­le. Su lugar está en el primer equipo, donde la experienci­a se gana jugando y con el talento se nace. De ahí que el temor a que le pase como Ansu o, en menor medida, como a Pedri, deba ser tenido en cuenta, pero no puede convertirs­e en un freno. Quien tenga miedo, que observe la naturalida­d con la que Lamine Yamal lo está viviendo todo. Que el miedo de quien le rodea no se convierta en su freno.

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AFP
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