“En la Antártida tienes la sensación de estar en las fronteras de la Tierra”
El explorador polar Ramón Larramendi, que ha dedicado su vida a adentrarse en algunas de las regiones más inaccesibles del planeta, ya prepara su próxima expedición
Aunque nació y creció en Madrid, su fascinación por la naturaleza más salvaje lo ha llevado viajar a las zonas más remotas de nuestro planeta. Con numerosas expediciones a sus espaldas, Ramón Larramendi se ha convertido en uno de los exploradores polares más reconocidos del mundo, con más de 33.700 kilómetros recorridos por el Ártico y la Antártida con su innovador Trineo de Viento.
¿Cómo llega uno a convertirse en explorador polar?
No es un camino fácil ni evidente. De niño iba a la montaña, pasaba tiempo en la naturaleza, y leía sobre estas zonas que me generaban una gran fascinación, por ser lejanas y misteriosas. Y a los diecinueve años hice mi primer viaje a Islandia, para recorrer el interior del territorio con esquís.
Y así empezó todo...
Al año siguiente, por cosas del destino, había un concurso en la radio que daba un millón de pesetas para la persona que presentase la mejor aventura. Así que, se me ocurrió presentarme con la travesía del casquete polar de Groenlandia, algo que no había hecho todavía ningún español.
Te presentaste, y ganaste.
Sí, y me fui a Groenlandia. A partir de ahí todo llegó de forma natural... Conocí a un danés que me invitó a su casa el año siguiente y a conocer una pequeña comunidad de Groenlandia. Así, poco a poco, fui entrando en su mundo y fue creciendo mi fascinación por viajar a zonas remotas, a descubrir la naturaleza salvaje. Al final, se ha convertido en mi pasión y en mi vida.
¿Qué tienen los paisajes polares que te atraen tanto?
La naturaleza virgen. Tú ves todo este mundo que está super industrializado, en el que la huella del hombre está en todos los rincones. Y de repente, en las zonas polares te encuentras en un lugar gigantesco en el que no hay huella humana, un sitio que es naturaleza en estado puro, algo que se ha extinguido en el resto del planeta. Ese contacto con la naturaleza pura y salvaje forma parte de todo lo que me ha fascinado en las expediciones polares. Es la esencia.
¿Qué diferencias hay entre los diferentes paisajes?
Los casquetes polares son un universo en sí mismo. Es cierto que cuando lo desconoces, te puede parecer que es todo lo mismo, pero hay muchas diferencias. Hay zonas montañosas, de mar helado, de tundra, hay zonas de grandes glaciares gigantescos. Son terrenos muy diferentes y todos tienen sus particularidades. Pero obviamente hay un elemento en común que es la mínima presencia del hombre y las grandes extensiones de millones de kilómetros cuadrados.
Dime algo de cada uno.. ¿Groenlandia?
En Groenlandia tiene las cimas del casquete polar, de tres mil metros de altura. Por otro lado, tienes un glaciar de tres mil metros de profundidad en el que no hay ningún resto de vida. Es el desierto total y absoluto, no hay nada, no se ve ni siquiera una roca. Luego, tienes el mar helado, que es muy distinto. La banquisa está llena de matices, tienes fauna, y es un entorno que parece blanco, pero lleno de riqueza y particularidades, formas y colores diferentes.
¿Antártida?
Allí lo que pasa es que se amplifica la sensación de estar realmente en las fronteras de la Tierra, de estar en un planeta totalmente diferente, por lo absolutamente dramático. Además, las condiciones son más duras que en Groenlandia.
¿Polo Norte?
Es el océano ártico, es un universo, un mundo del mar helado. Es el lugar más surrealista del mundo, porque tú vas sobre una masa de hielo que se está desplazando mientras tu avanzas, una masa que está viva. Puedes ver como se abren grietas, como chocan dos placas, y escuchar el hielo. Es estar en un mundo vivo, aunque tampoco hay ninguna roca, no hay ningún elemento exterior, tiene una magia diferente a la del glaciar, a la de los casquetes polares.
¿Una anécdota que te haya marcado?
Cuando empecé el viaje de catorce mil kilómetros por Alaska, intentando aprender todos los sistemas inuit de supervivencia, salimos con un trineo de perros que no sabíamos cómo manejar. Salimos a la banquisa, con los perros en el hielo y las condiciones cambiaron dramáticamente. De repente no había GPS y nos perdimos. Estuvimos tres días intentando encontrar el pueblo, casi no quedamos ahí y nos morimos de frío.
Pero lograsteis salir.
Sí, pero lo que quiero decir es que no puedes confiarte en nada, siempre tienes que estar preparado para lo que venga en todo momento, aunque todo parezca que va estar bien. No puedes contar nada más que contigo mismo, y cualquier cosa que parece sencilla nunca lo es. Es el espíritu del Ártico, tú estás solo, consciente de que estás solo y debes ser capaz de superar cualquier circunstancia en todo momento.
¿Cuál es tu próximo proyecto?
Será una travesía en Groenlandia, para esta primavera, con una versión avanzada del trineo del viento, el primer y único vehículo eólico para desplazarse por el viento, por las superficies polares. Vamos a hacer un gran proyecto, una gran travesía de sur a norte, realizando investigación científica, ya que este vehículo está diseñado para convertirse en una plataforma de investigación.
¿Qué vais a investigar?
Vamos a tomar muestras de nieve relacionadas para investigar sobre el cambio climático y sobre el clima de los últimos cientos de años. También tomaremos muestras de aire y de nieve, y haremos perforaciones en la nieve para medir el nivel de contaminación y el clima.
En las zonas polares te encuentras en un lugar gigantesco en el que no hay huella humana
Mi próximo proyecto será una travesía de sur a norte, en Groenlandia, con el Trineo de Viento