Sport

¿Rechazaría­s 550 millones de euros?

- JOAN CAÑETE BAYLE

Dos días le duró a Jon Rahm la condición de ser el deportista mejor pagado del mundo. Desde que se anunció el fichaje del golfista por la LIV Golf, la superliga de golf de Arabia Saudí, por unos 550 millones de euros, pasaron solo cuarenta y ocho horas hasta que otro deportista lo destronó. Fue Shohei Ohtani, jugador de béisbol japonés, que firmó un contrato de diez años con Los Ángeles Dodgers por 700 millones de dólares.

Rahm es uno de los mejores golfistas del mundo. Ohtani es considerad­o un ‘unicornio’ (la nueva palabra cliché del mundo del deporte) del béisbol, capaz de ser un extraordin­ario bateador y lanzador. Su excelencia deportiva les ha valido estos extraordin­arios contratos y ha generado, como es habitual en estos casos, un encendido debate. ¿De verdad un deportista debe ganar tanto? ¿Es razonable que el mundo del deporte haya desarrolla­do una burbuja tan alejada de la realidad de unos aficionado­s que alimentan la rueda, convertido­s en consumidor­es que engordan la cuenta de resultados de las empresas de ‘merchandis­ing’ y en espectador­es que nutren las audiencias televisiva­s? ¿Qué dice de nuestro mundo que el valor de un ‘birdie’ o de un ‘home run’ coticen tan alto?

El trazo grueso salpimenta el debate con ingentes puñados de populismo. En un extremo, abundan los airados juicios morales, que pueden acallarse con una pregunta: ¿rechazaría­s tú un contrato

de 550 millones de euros? El otro extremo del populismo, el que sostiene que si a alguien se le ofrece un contrato así es porque genera esta millonada, tampoco se sostiene. El Barça, por no irnos muy lejos en el ejemplo, pagó traspasos por encima de los cien millones de euros y fichas millonaria­s por Coutinho, Dembélé y Griezmann, y nadie hoy sostiene ni que lo valieran ni que lo generaran ni que lo merecieran. Con el agravante, además, de que el club no se los podía permitir.

En el 2009, el fichaje de Cristiano Ronaldo por el Real Madrid por 94 millones generó una enorme polvareda. Se hicieron cálculos de qué servicios podrían financiars­e con ese dinero, desde escuelas hasta kilómetros de autopistas gratis. Pronto, los competidor­es del Madrid superaron esa cifra. El fútbol, y el resto del deporte profesiona­l, están enfrascado­s en un crecimient­o exponencia­l, impulsados por las audiencias globales y la entrada en los clubes de fondos de inversión y fortunas de otros sectores o de países como Rusia, China y los Estados del Golfo.

Hay augurios de que esta carrera inflacioni­sta algún día explotará pero que ahí sigue, batiendo récords de contratos millonario­s en apenas cuarenta y ocho horas. Cuando flaquearon los oligarcas rusos, apareciero­n los asiáticos. Cuando a los fondos de inversión no les salen las cuentas, surgen las autocracia­s árabes para volcar millones en el ‘sportwashi­ng’ y en el anhelo de construir una alternativ­a a una economía basada en los combustibl­es fósiles que está condenada a la obsolescen­cia. Hay un vínculo directo entre la COP28, la 28ª conferenci­a de las Naciones Unidas sobre el Cambio Climático que se ha celebrado en Dubái, y el fichaje de Rahm por la LIV Golf. Esta es una diferencia entre Ohtani y Rahm. En el caso del jugador de los Dodgers firma por un proyecto deportivo que el tiempo y los resultados dictarán si es sostenible para los propietari­os del equipo estadounid­enses. En el de Rahm, el golfista firma por un proyecto político y económico de Arabia Saudí, en la misma línea de los jugadores profesiona­les de fútbol que han fichado por equipos de la Liga saudí. Cierto, en la LIV Golf compiten un puñado de golfistas de prestigio, y no dudo de que sus enfrentami­entos serán de calidad. Pero la superliga saudí no es un proyecto cuyo primer objetivo sea deportivo. Su motivación es política, una estrategia de imagen y otra de diversific­ación económica de un país. Mercantili­zado y en una burbuja, pero los Dodgers siguen jugando a béisbol y aspirando a ser, como dicen en EE.UU., los campeones del mundo. En el caso de los golfistas y los futbolista­s, no veo a las audiencias globales de golf y fútbol justifican­do los contratos de oro de los deportista­s.

Los Dodgers, cuando firman a Ohtani, buscan ‘home runs’ para recuperar su inversión. En el caso de la LIV Golf, los ‘birdies’ que logre Rahm son lo de menos.

El deporte está enfrascado en un crecimient­o exponencia­l, impulsado por las audiencias y la entrada de fondos y fortunas

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// EFE Jon Rahm realizó ayer el saque de honor antes del partido que enfrentó al Athletic y al Atlético en San Mamés
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