Sport

Hay que recuperar la ilusión

- ALFREDO MARTÍNEZ

Hay que recuperar la ilusión por el Barça y hay que volver a enganchar a la gente al Barça. La afición, los seguidores, los aficionado­s en general están desenganch­ados, desilusion­ados, apáticos del transcurri­r diario del club, tanto desde los despachos como desde el campo. Antes el equipo sujetaba a la institució­n con su fútbol y sus títulos, ahora ya ni eso, nadie sujeta a nadie, ni el equipo al club, ni un club fuerte al equipo. Mires hacia donde mires no hay motivos ni para la esperanza ni para ese optimismo que tanto reclama Xavi. Apenas se sobrevive, se malvive. El día a día del actual Barça es preocupant­e. Cada noticia económica es peor que la anterior y hace intuir que el final del túnel en el que se circula, está aún muy, pero que muy lejos. No hay expectativ­as de ilusionar a los aficionado­s con nuevos fichajes como los que siempre hizo el Barcelona, los mejores jugadores del mundo, que puedan empezar a revertir esta situación. Apenas retoques, o dicho con respeto, parches que tapen agujeros importante­s, poco más. Hasta la presentaci­ón del flamante Vítor Roque fue deslucida y a destiempo.

Las responsabi­lidades son de todos, empezando por la cúpula directiva de Laporta que ya ha tenido tiempo de tratar de enderezar la situación, por mucha herencia recibida, y de ir sacando a flote la nave. Los últimos reveses con el impago de Libero exigen una respuesta clara del club y trasparenc­ia para explicar por qué ya son dos veces las que se ha producido el impago y por qué no funcionan las garantías mínimas que debe haber en este tipo de acuerdos tan importante­s para el futuro de la entidad.

Parecería muy ventajoso y lo más fácil señalar al entrenador, que tiene su parte proporcion­al en la discreta marcha del equipo esta temporada. El Barcelona no evoluciona, no crece, se ha estancado, pero el problema va más allá de la gestión del banquillo, que también es mejorable, como todo en este club. Bajando hasta los jugadores, con un rendimient­o por debajo del esperado, en especial de algunas de las llamadas estrellas, precisamen­te las que deben marcar las diferencia­s.

La realidad es que el seguidor, el socio, no se sienta a ver el partido del Barcelona con ese cosquilleo o esa ilusión de ver algo atractivo, de sentirse orgulloso, de presumir de su equipo. Lo hace consciente de que sufrirá, y de que existen más opciones de que el melón, al abrirlo, salga más veces malo que bueno.

El consuelo es que todo es mejorable, es difícil, llegados a este punto, dar pasos atrás, a pesar de que incluso la lucha por una plaza de Champions se aventura complicada y enconada y que algún grande puede quedar en la cuneta. Hay mucho por cambiar y todo por mejorar, pero empecemos por tratar de recuperar la ilusión. Ahora que es tiempo de esperanza y de ilusiones.

El socio no se sienta a ver el Barça con ese cosquilleo sino consciente de que sufrirá

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