Mazazo gordo en San Mamés
El proyecto de Xavi recibió un duro revés unos días después de que dijera que ganar trofeos es indispensable; ahora, a ocho en la Liga y con una Champions casi utópica...
25 de enero y solo dos opciones de campeonar por delante. Y habiendo quemado los dos cartuchos más ‘sencillos’ para levantar un título. El proyecto de Xavi recibió ayer un revés durísimo. Había muchas esperanzas depositadas en esta Copa del Rey. Un trofeo en el que el Barça se ha sentido históricamente cómodo. Un bonito idilio que se quería mantener intacto.
Tras las sensaciones recuperadas en Sevilla ante el Betis y con los brotes verdes del debut de Cubarsí, el golazo de Joao Félix y demás, pasar de eliminatoria en La Catedral era un chute de moral tremendo. La plantilla estaba conjurada para asaltar San Mamés. Pasar por encima del ambiente infernal. Bilbao significaba un bálsamo, un despegue vital para todo lo que hay por delante. O volver a la casilla de salida.
DOS CARAS El Barça mostró esas dos versiones a las que nos está acostumbrando esta temporada. Esa cara débil y frágil atrás, esa sensación de que puede encajar en cualquier rebote o contexto. Y también ese amor propio y esa capacidad de reacción. El no bajar los brazos después de un mazazo. Algo en lo que, incuestionablemente, ha mejorado el cuadro de Xavi respecto a hace un mes. Otro punto importante y que merece mención es lo de los chicos. Coincidieron una barbaridad de minutos tres adolescentes de 16 y 17 años. Y no solo irrumpieron, sino que dieron un clínic de saber estar, de madurez. Y de demostrar que La Masia, como se cansa de defender nuestro compañero Jaume Marcet, es una fuente inagotable de talento de la que hay que embeber sí o sí.
EL PANORAMA Xavi deberá hacer, por enésima vez este curso, autocrítica. Reflexionar sobre por qué no es capaz de crear un equipo dominante, que se mantenga regular y lineal durante los partidos. Y que no fun
cione a ráfagas. Llevamos ya unos cuantos avisos y puntos de inflexión a lo largo de estos meses. El técnico de Terrassa siempre se ha mostrado optimista y confiado en revertir la situación. Pero con dos títulos menos por los que luchar el panorama cambia de forma notoria. Más que nada porque uno de ellos es la Champions, algo que, con el nivel actual del equipo, se ve como una voz de ultratumba. Una opción de campeonar casi utópica. Y en la Liga la situación también es límite. El Barça lleva unas cuantas semanas jugando una final cada jornada. Transitando en el alambre, sabedor de que un tropiezo, con la fiabilidad de Girona y Real Madrid, puede significar el KO definitivo. Veremos cómo encaja este mazazo el staff y si es capaz recomponerse. Y de mantener la confianza en el proyecto de una plantilla herida.