Sport

Una deuda que no deja respirar

- JAUME ROURES EMPRESARIO

Hace tres años de la segunda elección de Laporta como presidente del Barça y aprovecho la invitación de SPORT para volver a hablar de los temas societario­s y económicos que son importante­s.

Creo que es difícil imaginar lo compleja que resulta la gestión de un club con una deuda monstruosa y que sale de una situación de pandemia que ha dejado muy tocada a toda la sociedad. Arrastrar esta deuda no solo te condiciona con los fichajes, cuestión muy importante, sino que también encarece a límites insoportab­les la gestión cotidiana de todas las áreas. No te deja respirar y te obliga a tapar los agujeros en las peores condicione­s posibles. Lo he vivido y lo he sufrido. Y, por consiguien­te, pongo en valor la gestión que ha hecho la junta de Laporta estos años. Parece que esta temporada se podrá cerrar con pequeños beneficios o con pérdidas no significat­ivas, ayudados por alguna venta de jugadores (ingreso no recurrente, especialme­nte en clubes como el Barça). Si este año se puede volver al Estadi (aún en obras), los números y el vínculo entre los socios y el club mejorarán. El futuro, sin embargo, exige nuevas inversione­s que la deuda milmillona­ria no deja llevar a cabo.

Por eso creo que son necesarias una reflexión y una acción decidida para resolver la deuda (que los beneficios futuros difícilmen­te eliminarán a medio plazo) y, sobre todo, hacerlo MANTENIEND­O LA PROPIEDAD

DEL CLUB EN MANOS DE LOS SOCIOS, mediante una FUNDACIÓN, donde sus miembros sean escogidos como hasta ahora se ha hecho y que posean una mayoría amplia de las acciones del club, pero que un porcentaje del 20 o el 25% sea vendido en la Bolsa.

Esta operación NO nos transforma en una sociedad anónima, pues el club continúa siendo de los socios como hasta ahora, pero sí que permite un ingreso milmillona­rio (y un gran ahorra) que nos ayuda a corto plazo a que el primer equipo masculino pueda estar a la altura para competir al más alto nivel, además de reforzar todas las secciones y áreas que lo necesiten. Y como he explicado otras veces, esto obliga a una gestión rigurosa y transparen­te cotidianam­ente por las exigencias de las autoridade­s bursátiles. Siempre nos quejamos de la gestión y siempre todo el mundo promete mejorarla, pero un club de fútbol tiene sus peculiarid­ades, no es una empresa ‘normal’ y la gestión no es solo una cuestión de personas. Es una cuestión de tener mecanismos externos potentes de control que obliguen a que sea cuidadosa y conocida. Si hacemos un repaso objetivo de la gestión de los últimos años veremos claramente que todos han pinchado en este tema.

El socio no debe perder la propiedad, pero un porcentaje podría ser vendido en Bolsa

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