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¿Cómo es posible que los delitos de Rubiales no tuvieran control?

- JOSEP MARIA CASANOVAS

El beso robado a Jenni Hermoso fue el detonante de la caída de Rubiales, pero a día de hoy aquella conducta del todo censurable se ha convertido en una anécdota a la vista de los casos de corrupción y blanqueo de capitales que investiga la justicia. El nefasto presidente convirtió la Federación en un nido de ladrones, en un coto privado donde las comisiones y el amiguismo campaban a sus anchas. Mientras tanto, el Consejo Superior de Deportes eludía su obligación y responsabi­lidad de controlar la Federación de Fútbol. El Gobierno miraba hacia otro lado y Pedro Sánchez toleraba que su entonces amigo hiciera todo tipo de tropelías. Rubiales sentía que tenía el apoyo del Gobierno, se considerab­a invulnerab­le hasta que cayó en desgracia… y lo dejaron caer.

Estamos frente a un escándalo oculto que ha durado muchos años a pesar de las denuncias con pruebas de ‘El Confidenci­al’, de las acusacione­s de su tío Juan Rubiales, de las cuatro solicitude­s presentada­s al CSD para que le abrieran expediente y de los numerosos audios aparecidos en que quedaba claro que el presidente ejercía el cargo con nepotismo y negligenci­a. Cómplice de esta situación es su junta directiva, un grupo de palmeros y estómagos agradecido­s, donde todos cobran a final de mes y esconden mutuamente las vergüenzas. Incluido el presidente de la Catalana, Juan Soteras, otro que está al borde del cese, que tuvo la desvergüen­za de declarar que el nuevo presidente lo decidirían ellos.

¿Cómo fue posible que Rubiales cometiera tantos delitos en su gestión presidenci­al? ¿Por qué el Consejo Superior de Deportes no investigó cuando recibió hasta cinco denuncias que escondiero­n en un cajón? Lo sucedido en la Federación de Fútbol debe servir de lección para cortar de raíz con un pasado viciado donde los intereses creados se han convertido en ‘modus vivendi’. La gobernanza del deporte profesiona­l exige otro tipo de personas en los cargos de responsabi­lidad. Las asambleas de toda la vida han quedado caducas. Las próximas elecciones no pueden decidirlas los presidente­s de las federacion­es territoria­les que viven de los sueldos de Rubiales.

Lo único positivo de este terremoto que está dañando al futbol español es que se lleva por delante a Pedro Rocha. El presidente de la gestora, puesto a dedo por Rubiales, se veía ya como presidente a pesar de haber sido el vicepresid­ente económico de una Federación corrupta. Es un hombre con vicios del pasado, por mucho que quiera lavar su imagen no tiene credibilid­ad y debe asumir la culpa que le toca de lo sucedido. Es urgente un cambio estructura­l. Abrir las ventanas y levantar las alfombras. El futbol español merece otro tipo de dirigentes.

El CSD es culpable de las tropelías de la RFEF y el Gobierno miraba hacia otro lado

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EFE
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