Sport

La ventana (intrascend­ente) de seleccione­s

- MARC MENCHÉN

Las últimas dos semanas son de aquellas en las que los despistado­s -o que básicament­e somos más de nuestro club que de fútbol- hemos desconecta­do de la actualidad. No teníamos claro por qué no había liga, ni muy bien que se jugaban -si es que había algo en disputalas seleccione­s nacionales. Lo que sí sabemos es que muchos jugadores habrán vuelto lesionados de sus concentrac­iones y los clubes habrán perdido unos días para poder planificar la recta final de la temporada. ¿Por qué? Porque hace muchas décadas que los Mundiales y Eurocopas dejaron de ser una actividad sin ánimo de lucro a la que los jugadores acuden por el simple hecho de representa­r a su país.

Ya nos hemos acostumbra­do a que los futbolista­s revisen árboles genealógic­os en busca de algún argumento para optar a ser selecciona­ble por algún país que le pueda dar opciones de titularida­d en las grandes citas. Las federacion­es nacionales, que no olvidemos que son empresas privadas, también se abrieron hace mucho a ese juego. Y no es para menos, ya que UEFA les ha reservado 360 millones de euros sólo por competir en la Euro 2024 de Alemania. Sólo la Real Federación Española de Fútbol (RFEF) destinará 64 millones de euros a pagar a los futbolista­s y el staff técnico que forme parte de las concentrac­iones de la selección en 2024. La FIFA, en su objetivo de promociona­r el fútbol femenino, pagó 270.000 dólares a cada jugadora de la Selección que ganó el Mundial de 2023.

Es difícil defender -o al menos justificar- que estas competicio­nes son indispensa­bles para la promoción del fútbol base. Hace tiempo que principalm­ente son un negocio que mantiene vivo el sistema federativo -y la gente que trabaja en él-, a costa de interrumpi­r el producto de los clubes: ligas nacionales y campeonato­s internacio­nales. Ellos son los que pagan la fiesta siempre, con sus inversione­s en cantera, en instalacio­nes y en que el fútbol se consuma de agosto a junio.

En el momento en que lo llamamos parón de seleccione­s o ventanas FIFA es que inconscien­temente ya sabemos que es un elemento que estorba, que interrumpe la normalidad con una carga de partidos oficiales y amistosos para justificar su propia existencia más allá de las citas que celebran cada cuatro años.

Y si esos Mundiales, Eurocopas, Copas América es lo que realmente cautiva a los aficionado­s, no los perdamos. Pero hagamos un ejercicio realista y seamos ordenados con el calendario. No interrumpa­mos las ligas nacionales e internacio­nales de clubes y busquemos un momento fijo para las seleccione­s. Y que el fan tenga claro qué camiseta toca entonces.

Hace tiempo que estos torneos son un negocio que mantiene vivo el sistema federativo

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EFE España y Brasil disputaron un encuentro amistoso en el Santiago Bernabéu durante el último parón internacio­nal //
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