Sport

La bromita de Satanás

- LLUÍS CARRASCO

Que, deportivam­ente, los días señalados el teléfono no para, es sabido. Que en función del resultado de unos y otros, recibirás mensajes de unos u otros celebrando goles o tocándote los bemoles, también, pero entre todos los que recibí anteayer por esa aplicación a veces deliciosa a veces odiosa llamada WhatsApp, hay uno que me hizo pensar. “Dios es madridista”, decía.

Al principio asentí con la cabeza, pero al poco rato reflexioné y me dije: “¡Què coi…! ¿No se supone que el gran hacedor es bondad, dicha y amor? ¿Qué tiene de placentero el calvario que estamos viviendo los millones de culés dispersado­s por el mundo entero?

No, señores, no… Atrás quedan los versos de Machado rezando amablement­e la bondad de la llegada de las estaciones: “La primavera ha venido, nadie sabe cómo ha sido…”. No, esta primavera, no es la del poeta, ésta, perversa, cruel y despiadada, es un maldito guion del mismísimo demonio.

El equipo de Xavi, que empezaba a hacernos soñar con innegables muestras de mejoría, de nuevo en el pozo de la debilidad y la fragilidad; los arbitrajes que no ven las pelotitas que entran en las porterías aprecian terribles entradas que suponen eliminacio­nes continenta­les en lances de juego habituales; en fútbol sala perdemos el cetro europeo encajando una goleada con más desdicha que talento; el equipo de basket, tras una fase de clasificac­ión notable, pierde el anhelado vuelo a Berlín y en el momento más necesitado realiza el peor porcentaje de triples de los últimos diez años… Y podría seguir hasta aburrirles, negándome a tocar el tema de nuestras ‘niñas’ (y lo digo con el máximo respeto), no sea que la mala baba de Lucifer se cebe en ellas a las puertas de repetir su sueño europeo.

Mientras, a nuestro eterno rival, las ninfas satánicas de la fortuna no solo le son benévolas y sonrientes, sino que le agasajan con la ‘chorra y la chiripa’, con la ceguera arbitral y la generosida­d que a nosotros nos niegan. Ya saben que soy optimista, pero no soy imbécil, y hoy veo a mi alrededor las lánguidas miradas gachas del desánimo culé, la incomprens­ión por tanta desdicha y en algún caso algún cabreo más que justificad­o, y me consta la ingente preocupaci­ón que sufren los dirigentes del club, sus ganas por dar un volantazo a todo frente a tan poco premio y tanta desgracia acumulada, y el incansable esfuerzo de trabajo, alma y corazón (y algunos de ellos también de ‘bolsillo’ y riesgo) para tan parca ventura.

Pero en fin, somos el Barça, y es sabido que no hay mayor placer que levantarse tras una caída, y toca hacerlo y hasta el cielo, que ya saben que las cometas se elevan con el viento en contra. Nunca una cometa se elevó con el viento a favor.

Mientras, a nuestro eterno rival las ninfas satánicas de la fortuna le son benévolas y sonrientes

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EFE
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