Sportlife

1.000 kilómetros contra el cáncer

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En 2004 a Juan Pedro Orellana, Juanpe, le detectaron cáncer linfático en una glándula salival que le tuvieron que extirpar y recibió radioterap­ia. ªLo pasé muy mal, también mentalment­e. Entonces mi hijo todavía estaba en la guardería y… sinceramen­te, pensé que me iba a morirº. ªRechacé el apoyo psicológic­o que me ofrecieron en el hospital y me refugié en el deporte. Siempre me ha gustado mucho correr y la bici de montaña, he corrido maratones, medias… y hasta he hecho 13 veces los 101 kilómetros de Ronda. Me quemaron el paladar en la operación y todo me sabía metálico, apenas comía. Me dio por correr y me había quedado tan delgado que volabaº. ªLe dije a mi mujer: si salgo de esta, todos los años voy al Rocío en bici. Y así fue. Eran 112 kilómetros, con 30 km de arena, por la playa. Los dos primeros años fui solo, pero se enteró una chica de un diario de Jerez, publicó un artículo, y a partir de entonces empezaron a acompañarm­e más ciclistas. Organicé la ruta para que la gente pudiera apuntarse y donara los beneficios al Hospital Puerta del Mar de Cádiz, para la investigac­ión contra el cáncer de mama. Después, vino la crisis… y las empresas dejaron de prestarnos apoyo. Yo sigo yendo todos los años, ya a nivel particular­º. ªEn 2010, hice el Camino de Santiago en bici desde mi casa, en la Barca de la Florida (Cádiz), en 14 días. A la altura de Ponferrada, me encontré una pareja de chilenos corriendo los 200 últimos kilómetros a Santiago. Pensé: algún día yo también voy a hacerlo… pero desde mi casa y para luchar contra el cáncerº. ªEn 2015, leí una noticia sobre un nuevo fármaco en el que estaba trabajando la Universida­d de Granada, para luchar contra la Cuando ya quedaban pocos días para llegar a Santiago, al pasar por Oliva de Plasencia, llovió muchísimo y empezó para Juanpe un auténtico calvario. “Me mojé los pies y me lastimé el empeine con el roce de los cordones de la zapatilla, demasiado apretados. Tuve que hacer los últimos 5 o 6 días de la prueba con inflamació­n de tendones, con hielo, antiinflam­atorios, protectore­s gástricos… sufrí mucho, pero no podía abandonar. No con toda la gente que estaba apoyándome, y no solo las institucio­nes. A veces, algunos enfermos y sus familias me esperaban para abrazarme en el punto de llegada. Tenía que seguir corriendo, aunque no pudiese”. metástasis. Y le di forma al proyecto: iba a correr los 1.000 kilómetros que separan Jerez de Santiago en 28 días, un maratón (42 km) diario. Busqué un entrenador personal, me puse en contacto con la Universida­d de Granada y al contárselo, el proyecto les pareció una locura. No obstante, me hicieron un estudio biomecánic­o, de sueño, de recuperaci­ón… y vieron que todo estaba bien y que era factibleº. ªDurante todo el recorrido me acompañó en bici mi amigo Miguel Ángel Acosta. Además, venían 3 coches, uno que iba un poco adelantado con una enfermera y una fisioterap­euta, que me daban agua, sales, algo de comida durante el camino. La Universida­d de Granada mandó un coche con un equipo de fotos y vídeo; y venía otro coche más, con dos personas que se encargaban de las gestiones con hoteles, institucio­nes, ayuntamien­tos, etc.º ªLa experienci­a fue agotadora, no solo por correr un maratón cada día. Por la mañana corría y por la tarde visitábamo­s hospitales, asociacion­es, dábamos conferenci­as… Pero ha merecido la pena porque ha tenido mucha repercusió­n en prensa, televisión y redes socialesº. ªEl proyecto ha tenido tanto éxito que se va a seguir haciendo, probableme­nte en septiembre. Solo correremos 7 u 8 maratones, con más gente, con todo el que quiera acompañarm­e. El resto del recorrido serán visitas a hospitales, conferenci­as… También vamos a organizar una carrera en el barro, el 30 de julio, en La Barca de la Florida. Y antes habrá un concierto solidario. Todo lo recaudado se destinará a este proyecto de investigac­ión de la Universida­d de Granadaº.

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