EL DIRECTOR EN EL PUNTO DE MIRA
El ácido láctico no es más que un subproducto del metabolismo, y se origina cuando la intensidad del ejercicio realizado es muy elevada. Cuando trabajas de modo aeróbico todo el combustible que usas (glucógeno y grasas) se ªquemaº perfectamente con el oxígeno que vamos tomando al respirar, que es lo que ocurre en actividades de larga duración. Cuando queremos aumentar el ritmo y tenemos que exceder esta zona de trabajo aeróbico el cuerpo no es capaz de producir energía suficiente con el oxígeno que somos capaces de tomar y empieza a obtener energía de otro modo distinto, anaeróbicamente. Decimos que sobrepasamos el umbral anaeróbico y en esta situación se produce una sustancia de desecho, el lactato o ácido láctico. Nuestro cuerpo tiene la capacidad de irlo reciclando pero cuando la intensidad es tan elevado que no podemos reutilizarlo, este se acumula y termina por hacerse imposible el movimiento al crearse una acidez tal que no se pueden dar las reacciones químicas normales que producen la energía. Por eso es imposible mantener el ritmo de una carrera de 100 metros yendo a tope, durante una distancia más larga. En tu caso, que nos dices que sólo aguantas corriendo 30 minutos, la única explicación que se nos ocurre (sobre todo cuando nos cuentas que llevas 6 años practicando deportes aeróbicos) es que vayas demasiado rápido para superar esa distancia con un ritmo uniforme. En ese caso irías acumulando tanto ácido láctico que te tendrías que parar. La solución no puede ser más fácil: lleva una velocidad más asequible. Como referencia usa un pulsómetro y no sobrepases el 80 a 85% de tu frecuencia cardiaca máxima. Si realmente no vas ªa topeº no le eches la culpa al láctico y aprende a dosificar tus fuerzas. Superar la media hora corriendo lo consigue un principiante en menos de un par de meses.