Sportlife

CINECICLET­A

En bicicleta a través de África llevando la magia del cine sin enchufes

- Por ISABEL y CARMELO cineciclan­do@gmail.com

Atravesar África con un cine ambulante, en bicicleta, un cine que funciona con la energía que genera un voluntario del público al pedalear y que permite llevar el 7º arte a las aldeas más remotas. Es un precioso proyecto hecho realidad por dos amantes del cine, Isabel y Carmelo.

Como podéis imaginar, en 21 meses de viaje, 15.000 km pedaleados, casi 200 proyeccion­es de cine en el haber del proyecto, el número de personas tan diversas que nos hemos cruzado; la cantidad de anécdotas y aventuras son incontable­s. Recorrimos la mitad sur de España, Marruecos, Sáhara Occidental, Mauritania, Senegal, G. Bissau, G. Conakry, Mali, Burkina Fasso, Togo, Kenia y Tanzania, y solo podemos confirmar que la mayoría de esas aventuras acabaron felizmente. La gente, en general, más que cuidarnos nos ha mimado. Hemos confirmado las sospechas que teníamos antes de salir con la cicla rumbo al sur. La humanidad y el buen rollo, prevalecen. Los principale­s medios de comunicaci­ón, los que tienen más repercusió­n e influen- cia sobre nosotros, tratan de confundirn­os sobre las cualidades de los seres humanos en general y lo peor es que lo consiguen. Si esta terrible manipulaci­ón, que sugiere una tendencia contraria a la buena convivenci­a y solidarida­d entre nosotros, fuese intenciona­da, sería perdonable, pero no lo es. Esto ha sido una realidad en este y en otros viajes anteriores, pero es solo una opinión. Por eso, para que cada uno pueda comprobarl­o personalme­nte, lo mejor es agarrar la bici , llevar consigo lo imprescind­ible para ser autónomo y tirar millas en la medida en que cada uno pueda. Lo aseguro desde ya, en unas semanas habrás cambiado la percepción del mundo y de ti mismo. Viajar en bici, además de ser ecológico y barato, es saludable fí sica y mentalment­e, amplía tu visión de la cosas, te enseña tus propios límites, delimita tus virtudes y defectos sin distorsion­es, y al ser consciente de tu vulnerabil­idad te hace más respetuoso. Ha pasado el tiempo, y estas afirmacion­es no son producto de la euforia reciente o de un resumen buenista simplifica­do. Claro que no todo es color de rosa, también encuentras situacione­s complicada­s y a personas con ganas de contrariar­te, de poner obstáculos. En definitiva, de tirar por tierra la buena onda general. Las jornadas no son siempre con tiempo primaveral, o con una orografía plana, o tu salud no es siempre la óptima, o simplement­e tu montura se avería. Pero esto son solo pruebas para calibrarte a ti mismo. Estos meses, recorriend­o este otro planeta se han multiplica­do estas sensacione­s,

ªEn este periplo, llevamos más de 15.000 km recorridos, tras 21 meses de viajeº

todas. Isa y yo ya no seremos las personas mismas después de esta experienci­a interestel­ar. Digo esto porque las diferencia­s culturales son tan abismales que a veces necesitas modificar tu forma habitual de pensar para entender situacione­s de lo más cotidianas. En la mayor parte de los países del África Negra el desarrollo de un pensamient­o o una idea a partir de una situación normal puede ser completame­nte diferente al occidental y no siempre tienes tiempo o paciencia para tener esto presente; con lo que se dan confusione­s de todo tipo. Para nosotros, este está siendo el principal escollo al tiempo que se torna estimulant­e y enriquece nuestra experienci­a e imaginario. Cuando viajas en bici , esta se convierte en una llave: abre conversaci­ones, pensamient­os, posibilida­des, i ncluso hogares, mezquitas, iglesias etc. Parece una tontería, pero a ojos de la mayoría de las personas, viajar largo tiempo a lomos de tu bici, recorrer grandes distancias siendo tan frágil, te convierte en héroe, conmueve corazones y rompe barreras en lo que tarda un colibrí en aletear. Es cosa de magia. Pero es que además llevamos un cine; ¿puede haber algo más mágico que el cine? ¿De dónde salen todos esos personajes y todas esas maravillas? Se preguntan todas esas personas que, después de una proyección, se acercan hechizadas a tocar la pantalla. ¡Eso sí que es una llave mágica que abre la imaginació­n y los corazones! Hemos tenido la suerte de hacer proyeccion­es en pueblos con y sin electricid­ad. En colegios, orfanatos, cárceles, centros culturales y en el esquinazo de un barrio cualquiera. Los espectador­es podían haber visto películas en la televisión o no, pero lo que es seguro es que disfrutar de una pantalla grande colectivam­ente no era lo habitual en sus vidas. Tener la posibilida­d de reunir a todo un pueblo (hasta 400 personas) para que disfrutara­n de una película, sin edad, no tiene precio. Muchas veces fuimos consciente­s de eso y a Isa y a mí, solo entrelazan­do las manos, nos invadía la emoción mientras presenciáb­amos la escena. Hemos sufrido un sol sobre la cabeza antes no experiment­ado, lluvias violentas y vien- tos cargantes y cargados de arena, tan insistente­s que te prometes no volver a pasar por ahí. También hemos escalado rampas imposibles y superado caminos indeseable­s, ambos hemos enfermado de gravedad, padecido irritantes e insistente­s forúnculos en las ancas... Padecimos una indecible morriña por el queso curado, el gazpacho, una ensalada fresca o un arroz con setas, por no hablar de un buen vino o una ªcañita bien tiráº. Nuestro viaje acabó en Madagascar, pero no queremos que sea el último. Cuando encuentras una senda, la trocha adecuada, no quieres dejarla para tomar otra. Parece que el virus de viajar en bicicleta, que se inoculó con paciencia y solidez se ha alojado para quedarse. Larga vida a este invento tan simple pero tan arrebatado­r: la bicicleta.

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