Entonces ¿no hay que usar las máquinas?
Las máquinas tienen ventajas y también desventajas. Un punto a su favor radica en que ofrecen mayor seguridad a las personas que no gozan de una buena coordinación, salen de una lesión o carecen de las destrezas necesarias para llevar a cabo otro tipo de ejercicios. La máquina suele guiar todo el recorrido y el usuario solo tiene que limitarse a mover la carga indicada. Además, esta es fácilmente modificable en función de la fuerza y capacidad física de cada persona. Suelen ser cómodas y fáciles de utilizar, aunque no por ello debemos olvidar que su empleo siempre debe estar supervisado por un técnico cualificado ya que hay ciertos errores de ejecución que pueden generar lesiones, sobrecargas y molestias musculares si no se corrigen a su debido tiempo y desde la base. La principal desventaja del empleo de máquinas radica en su finalidad, ya que las máquinas ejercitan músculos de forma analítica, pero no movimientos y el ser humano vive en constante movimiento. Cuando realizas un ejercicio guiado, tus músculos van a trabajar, pero de un modo poco natural y fuera de contexto. Por ejemplo, si pensamos en la extensión de cuádriceps en máquina, es difícil encontrar una situación real en la que realicemos ese mismo movimiento con necesidad de superar una carga que no sea la de nuestro propio peso corporal. Además, la técnica de movimientos no se enriquece, ya que la propiocepción, la coordinación y el equilibrio dinámico (esenciales para nuestro día a día), no entran en juego. Por último, su uso conlleva menos riesgos, pero no los elimina del todo. Cuando tenemos un respaldo, un apoyo y unos ªcarrilesº inamovibles por los que vencer una carga es fácil olvidarnos de nuestra posición corporal y descuidar aspectos tan importantes como la higiene postural de cuello, hombros y espalda. Por lo tanto, lo más conveniente y a la vez complicado sería encontrar una progresión adecuada y funcional que sirva para mejorar la calidad de vida de los usuarios al tiempo que ganan fuerza y mejoran sus movimientos. Esa rutina debe ofrecer las garantías suficientes para que cada persona se sienta segura a la hora de desarrollar los movimientos y los beneficios de la misma repercutan directamente en su día a día.