RODILLA DE CORREDOR
Uno de los problemas más comunes entre las personas que realizan ejercicio, actividad física o deportes de impacto, son las temidas lesiones de rodilla. Entre las más habituales, se encuentra la condropatía rotuliana, también conocida como rodilla de corredor. Esta dolencia hace referencia a la lesión del cartílago de la rótula que se manifiesta con dolor en la zona anterior de la rodilla. Actualmente, los especialistas prefieren usar el término condropatía rotuliana para englobar en él a todos los dolores que se producen en la parte anterior de la rodilla causados por una lesión en el cartílago. La rodilla es la articulación más grande e importante del cuerpo. Es el punto en común de los dos huesos más largos del esqueleto humano, el fémur y la tibia y del hueso sesamoideo más grande del esqueleto humano, la rótula. Esta última, a pesar de sus pequeñas dimensiones transmite las mayores presiones del aparato locomotor, algo imprescindible para que podamos correr, saltar, etc. Entre sus principales funciones se encuentra la que desempeña en el movimiento de extensión del cuádriceps o la de proteger a la rodilla de los problemas derivados de las continuas fuerzas de fricción.
Además de estos tres huesos la rodilla está compuesta por las bolsas sinoviales, la cápsula articular, meniscos, tendones y ligamentos.
Hay varios factores que pueden desencadenar en una condropatía, pero los más comunes suelen ser los traumatismos causados por movimientos repetitivos que generan comprensión en el cartílago (correr o saltar), los factores estructurales (alineación de la rodilla o de la rótula) o bien, insuficiencia de vascularización del hueso que se encuentra debajo del cartílago.
Los síntomas suelen ser fáciles de identificar: dolor, debajo, a los lados o detrás de la rótula, hinchazón o inestabilidad. Estos síntomas pueden ser más profundos al agacharse, flexionar de forma profunda las rodillas, correr, saltar…
En cuanto a los tipos de condropatía, existen varios grados:
Grado I: Leve reblandecimiento del cartílago, no presenta fisuras y podemos notar una ligera depresión al tacto. Grado II: Pequeñas fisuras en la parte superficial del cartílago
Grado III: Profundas fisuras del cartílago
Grado IV: Pérdida del espesor total del cartílago (caso más extremo)
Si te sientes identificado con alguno de estos síntomas no te alarmes. Lo primero que tienes que hacer es visitar a tu especialista para que realice una revisión específica de tu problema. Todos hemos podido sentir en alguna ocasión esas ligeras molestias. No quiere decir que tengamos alguna lesión en la rodilla, pero hay una cosa clara, un buen trabajo de la musculatura que existe alrededor de la rodilla puede ser una forma de prevenir futuras molestias.
Un buen consejo es realizar trabajo de fuerza, pero muchos de estos trabajos suponen exponer a nuestras rodillas a más fricción y por lo tanto mayor desgaste. Para lograr evitar estas fuerzas de fricción y por lo tanto, un mayor desgaste, podemos realizar ejercicios isométricos.
De esta manera seremos capaces de potenciar nuestra musculatura, reforzando la estabilidad de nuestras rodillas y haciendo que los músculos se encarguen de absorber cierto porcentaje del impacto que se produce durante las actividades deportivas.
Los ejercicios de prevención son también parte fundamental en la vida de un deportista, ya sea profesional o amateur. Hay un aspecto importante que probablemente desconocías y que te puede ayudar en gran medida a proteger tus rodillas. La alineación de la rodilla viene marcada en cierto modo por la fuerza y los vectores de esa fuerza que provienen desde la cadera. Si trabajas de forma correcta la cadera, junto con la alineación de la rodilla estarás realizando un trabajo que será capaz de reducir el riesgo de lesión considerablemente. Tener los abductores y los rotadores de la cadera debilitados hace que el riesgo de sufrir una lesión en el ligamento cruzado anterior o en el ligamento colateral medial aumente. Estos músculos son responsables de mantener la estabilidad durante la resistencia a la que se ve sometida la rodilla en los ejercicios dinámicos que requieren giros o cambios de dirección, ya sean más o menos severos.