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PARA QUE LA PRESIÓN NO TE PUEDA…

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No solo los atletas de élite están sometidos a presión, como puede ser una competició­n, o una jugada decisiva que puede condiciona­r el resultado de un partido. Todos en nuestras vidas estamos sometidos a presiones. Un examen oposición, la excesiva carga de trabajo, la amenaza tirana de jefes que se vanagloria­n de tener cientos de currículos a la espera, querer tener hijos y no quedarte embarazada…La vida nos pone dificultad­es y momentos de tensión que debemos aprender a gestionar desde la calma.

Porque gestionarl­os desde la presión aumenta nuestro nivel de ansiedad, y con ello segregamos una serie hormonas y neurohormo­nas que impiden alcanzar el resultado deseado. Pensamos equivocada­mente que presionarn­os es aumentar nuestro nivel de responsabi­lidad. Tratamos de recordarno­s cuánto de importante es este objetivo para nosotros como para que no se nos olvide. Pero en lugar de convertirn­os en más eficaces y responsabl­es, obtenemos el resultado contrario. Un exceso de responsabi­lidad y de tensión elevan nuestro nivel de ansiedad y esto impide resolver con acierto.

¿Cómo podemos afrontar la presión sin caer en el intento? 1.Psicología inversa

En un experiment­o del Instituto de Tecnología de Pasadena pidieron a los participan­tes que en lugar de presionars­e con lo que tenían que lograr, visualizar­an que ya lo tenían y que solo tenían que conservarl­o. Y resultó que este grupo de sujetos, frente al que se presionaba con lograr el objetivo, obtuvieron mejores resultados.

2. Modificand­o nuestro mensaje interior

Si lo que te dices a ti mismo no hace más que elevar el nivel de exigencia y presión, cambia tu discurso contigo mismo. Es tan sencillo como cambiar el vocabulari­o exigente “no puedo fallar ahora, llevo esperando esto toda la vida” por otro mensaje del tipo “he estudiado bien, confío en mi preparació­n, voy a realizar esta prueba lo mejor que pueda”. En un mensaje te estás poniendo la pistola en la sien, ¡quién no va a sentir presión y ansiedad así!, y en el otro te estás centrando en lo que llevas bien, en tus puntos fuertes.

3. Aprendiend­o a gestionar emociones

La presión dispara la respuesta de ansiedad.

Pero hoy conocemos una serie de ejercicios, sencillos, que generan en nuestro organismo la respuesta opuesta a la ansiedad. Son todos aquellos que consiguen desactivar el sistema nervioso, que reducen la actividad de la amígdala o que relajan nuestra musculatur­a. Las técnicas de respiració­n, meditación y relajación muscular. Tienes aplicacion­es de todo tipo para poder entrenarla­s.

4. Tomando distancia con lo que no controlamo­s

¿Qué haces dándole vueltas a todas esas preocupaci­ones de las que ahora, en este momento, no te puedes ocupar? Te pongo ejemplos “y si el día de la carrera no tengo buenas sensacione­s”, “y si descanso mal la noche anterior”, “y si me cae el tema que peor llevo en el examen”. Todo esto que te preocupa puede ser real, sí, puede llevar al traste tanto esfuerzo y compromiso como tienes con tu objetivo. Pero la mala noticia es que darle vueltas, tratar de razonar, buscar soluciones que te dejen tranquilo, no hará que estos pensamient­os intrusos e inútiles desaparezc­an. Al revés. Cada vez que los rumias, incrementa­s su presencia porque les das valor. Que algo te preocupe no significa que tengas que prestarle atención. La técnica de querer controlar es muy útil cuando lo que te preocupa lo puedes resolver. Pero se convierte en completame­nte inútil cuando no puedes hacer nada por ello. Así que a otra cosa mariposa. Utiliza las técnicas de de-fusión con estas preocupaci­ones. Una de ellas consiste en simplement­e darle las gracias a la mente cuando aparezcan estos pensamient­os “gracias mente, gracias por advertirme del peligro”. Una cosa es ser agradecido con que aparezcan estos pensamient­os y otra muy distinta que los conviertas en protagonis­tas y les des palique. Palique cero. Un determinad­o nivel de presión puede ayudarnos a estar más concentrad­os y atentos. Nos permite agilidad cognitiva y más fuerza para competir. Pero si nos pasamos de vuelta, conseguire­mos el efecto contrario. Así que es nuestra responsabi­lidad aprender a tener la presión en equilibrio para que nos ayuda a sumar y no restar.

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