¿POR QUÉ, ACTUALMENTE, HAY TANTO REVUELO CON EL AYUNO INTERMITENTE?
Para responder a esta pregunta, no se me ocurre mejor manera que citar una revisión narrativa reciente (dic. 2019) publicada en la prestigiosa revista científica The New England Journal of Medicine (NEJM, Effects of Intermittent Fasting on Health, Aging and Disease), en la que se concluye que protocolos de ayuno intermitente ejercen fuertes beneficios sobre la salud, provocando respuestas adaptativas a nivel celular. Esto se traduce en una mejor regulación de la glucosa (mejorando la sensibilidad a la insulina), presión arterial y ritmo cardíaco, mejora de la inflamación, favorece el reciclaje celular (conocido como autofagia), puede promover la salud cerebral en la prevención de patologías neurodegenerativas, mejorar el aprendizaje y la memoria espacial, favorece la pérdida de grasa visceral (relacionada con la enfermedad cardiovascular), mejora el perfil lipídico y, todo ello, independientemente de la pérdida de peso.
Suena interesante ¿verdad? Sin duda, queda mucho aún que investigar sobre el ayuno intermitente, pero, a día de hoy, nadie podría decir que hablar de ello en el ámbito clínico es una ‘magufada’ o que ‘no tiene respaldo científico’. Por que sí, sí que lo tiene (y cada vez más).
Una vez puesto en contexto qué es el Ayuno Intermitente y los potenciales beneficios, de los cuales la ciencia habla a día de hoy, vayamos con el objetivo de este artículo.