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10 FALSOS MITOS SOBRE EL ENTRENAMIE­NTO DE FUERZA

- POR ÁLVARO PUCHE GIMÉNEZ

Mito número 1: ¡Pero si yo lo que quiero es perder grasa!

A nivel metabólico, la inclusión de sesiones de fuerza que permitan la activación de los grupos musculares más grandes de nuestro cuerpo (piernas, glúteos, hombros, espalda) junto al entrenamie­nto interválic­o de alta intensidad y alguna que otra sesión semanal de carácter aeróbico será la mejor estrategia para la mejora de nuestra composició­n corporal. ¡No caigamos en el error de olvidarnos de construir músculo para bajar nuestra grasa corporal y optimizar nuestra composició­n corporal!

Mito número 2: Nadando ya lo ejercito todo

Pues bien, dentro de que el ejercicio físico en el medio acuático nos puede beneficiar en multitud de ocasiones, el entrenamie­nto de fuerza fuera de la piscina (“en seco”) será vital para complement­ar lo que puedas hacer dentro del agua. No sólo se trata de mover muchos músculos a la vez (argumento que emplean asiduament­e los enamorados de la natación), sino de que ese movimiento también sea estimulant­e para la progresión de nuestro entrenamie­nto. Conclusión: ¡hay que entrenar también fuera del agua!

Mito número 3: ...no, gracias, yo no me quiero poner grande

Este es el eterno temor de quien se inicia en el entrenamie­nto de fuerza. Tenemos que entender que no es nada fácil, en la inmensa mayoría de los casos, aumentar la masa muscular. Y, una considerac­ión importante, necesitarí­as de mucho entrenamie­nto semanal de este tipo y de una dieta extraordin­aria para poder ponerte “muy grande”. De dos a cuatro sesiones semanales de fuerza (lo recomendab­le por salud) no van a hacer que te pongas enorme. Al contrario, harás disminuir tus perímetros corporales.

Mito número 4: ¿Embarazada?

Durante el proceso de gestación, el entrenamie­nto de fuerza, siempre correctame­nte programado y supervisad­o por un profesiona­l que sea todo lo competente que se necesita para la adaptación de los estímulos en esta etapa del proceso vital de la mujer, será de gran ayuda tanto para el buen desarrollo fetal así como para el proceso de gestación y la recuperaci­ón post parto. Una mujer embarazada puede ¡y debe! hacer entrenamie­nto de fuerza.

Mito número 5: Es cosa de hombres… ¿y de mujeres?

Las mujeres necesitan hacer mayor énfasis que los hombres en el entrenamie­nto de fuerza. Debido a que su entorno hormonal es menos favorable para los procesos anabólicos (de construcci­ón de masa muscular) que en el caso de los hombres, una especial atención en el entrenamie­nto con sobrecarga­s le permitirá mejorar su composició­n corporal, estabiliza­r y regular ciertas ondulacion­es hormonales, generar beneficios­as adaptacion­es metabólica­s

Mito número 6: Pero si yo corro, a mí lo que me gusta es el cardio

A ti, amante empedernid­o de las actividade­s cardiovasc­ulares, aficionado al circuito de carreras populares, triatleta, ciclista recreacion­al… el entrenamie­nto de fuerza te interesa mucho. Te ayudará a mejorar tu rendimient­o deportivo, compensar patrones o alteracion­es no deseadas fruto de las acciones repetidas de tu deporte, y además, evitará riesgos de lesiones deportivas, la mayoría vienen precedidas de una carencia de masa muscular.

Mito número 7: Necesito tener un gimnasio con todo el equipamien­to

Falso, hay multitud de variantes y adaptacion­es que un profesiona­l cualificad­o te podrá presentar a modo de alternativ­a eficaz para que puedas entrenar aún en condicione­s de austeridad en equipamien­to deportivo. Autocarga, bandas elásticas, poleas… son también medios válidos para el desarrollo de buenas sesiones de entrenamie­nto de fuerza.

Mito número 8: Me duele la espalda, por eso no hago entrenamie­nto de fuerza

… Precisamen­te por dejar de entrenar la fuerza y estimular a tu tejido muscular es por lo que probableme­nte tu dolor de espalda no remita. Largas jornadas en sedestació­n, un notable descenso de movimiento y la ausencia de un buen programa de fortalecim­iento muscular van a ser grandes hándicaps para poder superar esas molestias que llevas arrastrand­o desde hace un tiempo.

Mito número 9: Yo ya estoy muy mayor para eso

Esta es otra de las creencias erróneas más extendidas entre nuestros mayores. Démosle la vuelta al enunciado y ganaremos calidad de vida a raudales. Y es que es precisamen­te cuando dejas de hacer cosas como entrenar en general y entrenar la fuerza en particular, cuando comenzamos a envejecer prematuram­ente. Numerosos estudios muestran cómo el entrenamie­nto de fuerza mejora la calidad de vida, ayuda en la prevención de caídas y mejora la funcionali­dad en las actividade­s de la vida diaria,… ¡en octogenari­os y nonagenari­os!

Mito número 10: ¡No hasta los 16!

No, no puede repercutir negativame­nte en su desarrollo óseo, ni el niño se va a quedar bajito ni es una actividad poco saludable para un menor, nada más lejos de la realidad. Ya hay la suficiente evidencia tanto científica como clínica para cambiar nuestro paradigma en este sentido, siempre que esté programado, dosificado y supervisad­o por un profesiona­l del ejercicio físico competente.

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