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Fabricar en España ante la desglobalización
El comercio mundial sigue sufriendo por la guerra en Ucrania y los problemas en la cadena de suministro. Algunas ‘start up’, que han apostado por mantener su producción en España, salen reforzadas de este escenario.
Los principales líderes políticos y empresariales del planeta lo advirtieron hace dos meses en Davos: la era de la globalización está llegando a su fin. No hay un único motivo que lo explique, sino muchos a la vez: a las consecuencias de la guerra en Ucrania se suman otros factores, como los problemas en la cadena de suministro global agravados por el Covid-19, la volatilidad en los mercados y la preocupante incidencia de la inflación sobre las perspectivas económicas.
Mientras que el ritmo de la globalización se ha congelado, conceptos como repatriación, regionalización e incluso proteccionismo regresan a los titulares después de varias décadas. Ante una situación tan compleja, las empresas han tomado conciencia de la necesidad de que su producción esté lo más cerca posible de sus clientes. La sostenibilidad del propio negocio está en juego: la producción de proximidad se perfila como una alternativa capaz de reducir en gran medida los riesgos en la cadena de suministro, como los experimentados a raíz de la pandemia.
Las compañías de todos los sectores vienen sufriendo retrasos en las entregas, cuellos de botella en las materias primas e incrementos de costes en las importaciones, que han derivado en algunos casos en escasez de productos para los consumidores.
Esta realidad ha mostrado a los países la importancia de robustecer su industria, particularmente debilitada en el caso de España. Y no sólo es un desafío para los fabricantes tradicionales; también está al alcance de las start up. Este escenario beneficia a aquellos emprendedores que han apostado por la producción local en los últimos años. Otros comenzaron a fabricar fuera, pero ahora se plantean volver a casa. Esta es su experiencia.