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‘Biotech’: el poder de atraer inversores
Las ‘start up’ que se apoyan en la inteligencia artificial para desarrollar nuevos fármacos baten récord de captación de fondos.
Pese a los últimos golpes en Bolsa que ha sufrido el sector biotech, las
start up que prometen utilizar la inteligencia artificial para transformar el desarrollo de fármacos continúan levantando cientos de millones de dólares y firmando acuerdos con las grandes farmacéuticas. El último lo ha cerado la francesa Owkin con Bristol Myers Squibb, en una operación que puede alcanzar hasta los 180 millones de dólares e incluye pagos por hitos en caso de que los medicamentos logren superar los distintos obstáculos regulatorios.
Esta colaboración se ha formalizado justo después de que otras tres
start up del sector hayan captado un total de 150 millones de dólares en cuestión de semanas. Estas operaciones adquieren un especial significado en el actual contexto de caídas de los valores biotecnológicos en el mercado.
Expectativas
Hussein Kanji, socio de Hoxton Ventures, afirma que hay una “avalancha de dinero” en este sector, que se explica por la perspectiva de que será posible construir una plataforma que acelere y reduzca el coste del complejo proceso de desarrollo de fármacos. Según Kanji, el carácter genuino de esta novedad atrae un gran volumen de financiación.
En particular, Hoxton Ventures invierte en Peptone, una start up con sede en Londres que emplea el aprendizaje automático para solucionar el problema de las “proteínas desordenadas” que los métodos tradicionales de desarrollo de medicamentos no han conseguido resolver. La compañía anunció una ronda Serie A de 40 millones de dólares liderada por la firma de capital riesgo FPrime Capital y Bessemer Venture Partners.
Precisamente, F-Prime Capital también colideró una operación de 50 millones de dólares en otra empresa londinense, Charm Therapeutics, que nació el pasado mes de septiembre. La plataforma de esta start
up se basa en sistemas que utilizan la inteligencia artificial para determinar la estructura tridimensional de las proteínas, y los amplía para predecir cómo se plegarán en torno a los ligandos –pequeñas moléculas que podrían tener efectos farmacológicos– buscando nuevos medicamentos contra el cáncer.
Por su parte, Insilico, una start up de Hong Kong, recaudó 60 millones de dólares en una ronda liderada por BCG, tras haber cerrado el año pasado otra de 255 millones. El primer candidato a fármaco de Insilico, que es un tratamiento para las cicatrices pulmonares, se encuentra en la fase inicial de ensayos clínicos.
Las tres empresas tienen previsto invertir parte de los fondos en instalaciones que les permitirán crear nuevos datos biológicos. El fundador de la firma de capital riesgo Recode Health, Vishal Gulati, apunta que al principio muchas empresas creían que podrían aplicar sus tecnologías a conjuntos de datos que estuviesen disponibles de forma pública. Sin embargo, pronto se dieron cuenta de que estos datos no eran lo suficientemente buenos como para extraer aprendizajes “productivos”. Por ello, Gulati añade que “las compañías inteligentes comenzaron a generar sus propios datos para descubrir nuevos medicamentos”.
En paralelo, los inversores se ven tentados por la perspectiva de asociarse con grandes empresas del sector farmacéutico, que reconocen que no pueden desarrollar internamente todas las competencias que necesitan. Bristol Myers Squibb ya firmó el año pasado un acuerdo de 1.200 millones de dólares con la empresa de inteligencia artificial Exscientia. Igual que Owkin, esta start up se asoció hace poco con la farmacéutica francesa Sanofi.
Venkat Sethuraman, director global de biometría y datos de Bristol Myers Squibb, comenta que la compañía es “muy optimista” acerca de cómo la inteligencia artificial podría ayudar a mejorar los diseños de los ensayos clínicos y achaca el interés por colaborar con Owkin a su “conjunto de datos complementarios”. La start up emplea el aprendizaje federado, una técnica de machine learning, para entrenar su algoritmo con los datos de los hospitales, sin necesidad de llegar a verlos.
El consejero delegado de Owkin, Thomas Clozel, señala que a las farmacéuticas les interesa más hallar un modo de “hackear el sistema” que adquirir un único fármaco potencial de una biotech. “Todos quieren creer que hay una manera de encontrar no sólo un tratamiento en diez años, sino diez en el mismo periodo”.