Crecer primero, monetizar después
Hace seis años, Wallapop ya se había convertido en una de las ‘start up’ españolas más reputadas sin necesidad de haber facturado un solo euro. La compañía fundada por Gerard Olivé, Agustín Gómez y Miguel Vicente en 2013 ha dado un giro al mundo de la compraventa de productos de segunda mano, gracias al cierre de varias rondas de financiación que permitieron a sus fundadores invertir una gran cantidad de recursos en márketing.
Su objetivo era darse a conocer, aumentar su base de usuarios, incrementar el número de transacciones y crecer como empresa. Decidieron priorizar el crecimiento por encima de la monetización: tenían claro que, mientras daban sus primeros pasos, querer generar ingresos demasiado pronto podía resultar catastrófico hasta el punto de sumir el proyecto en el olvido. Así, continuaron ofreciendo un servicio totalmente gratuito hasta mediados de 2016, cuando comenzaron a realizar pruebas para la implantación de un servicio ‘premium’ que supondría la primera entrada de ingresos para la compañía. Empezando por los anuncios y productos promocionados, introdujo poco a poco nuevas vías como el envío de productos en toda España a cambio de una comisión. La estrategia funcionó y, desde entonces, Wallapop ha ido elevando sus ingresos de manera progresiva año tras año: los 11 millones de euros facturados en 2017 aumentaron hasta los 51,5 millones en 2021, un crecimiento del 65% respecto al ejercicio anterior.
La ‘start up’ suma ya más de 15 millones de usuarios activos al mes, y el éxito en la monetización ha sido clave para que su valoración siga creciendo hacia el estatus de unicornio.