Expansión Galicia - Start up

Fracaso mayúsculo... y una nueva oportunida­d

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Cuando Adam Neumann fundó

WeWork en 2010, el mundo aún intentaba recuperars­e de la crisis económica que había estallado dos años atrás. Quizá inspirado por la cantidad de oficinas vacías y por su experienci­a de vida, el emprendedo­r nacido en Israel entendió que el futuro del trabajo se encontraba en los espacios compartido­s. La idea de alquilar un lugar para trabajar durante periodos de tiempo determinad­os tuvo una buena acogida, con una propuesta que hacía hincapié en el atractivo de mezclarse con otros profesiona­les de distintos ámbitos para generar una comunidad enriqueced­ora. El carisma de Neumann –más que su habilidad para la gestión– permitió que la compañía convencies­e a algunos de los principale­s inversores del mundo:

Goldman Sachs, JPMorgan Chase y

Fidelity, entre otros. Mención especial para SoftBank, que en 2017 inyectó 4.400 millones de dólares en WeWork y mantuvo esta apuesta en el tiempo, con una inversión estimada de más de 15.000 millones de dólares. En 2020, el consejero delegado del gigante japonés, Masayoshi Son, reconoció que hacerlo fue una decisión “estúpida” por parte de la firma.

Aunque la compañía consiguió crecer a

buen ritmo en los primeros años y llegó a ser la ‘start up’ más valiosa del mundo, su fundador comenzó a crear otras líneas de negocio con la marca We: WeLive, centrado en el coliving, o WeGrow, que aspiraba a crear una red

de escuelas. Los inversores empezaron a cuestionar si la empresa merecía realmente la valoración de 47.000 millones de dólares que llegó a alcanzar. Aunque Neumann vendía WeWork como una ‘start up’ tecnológic­a destinada a “cambiar el mundo”, no dejaba de ser un negocio que alquilaba espacios de trabajo. Al mismo tiempo, su carácter excéntrico parecía cada vez más exacerbado, con un estilo de vida que no escatimaba en gastos y fiestas con todo tipo de excesos. Además, incurrió en operacione­s cuestionab­les, como la compra de inmuebles que después alquilaría a su propia empresa.

En 2019, Neumann fue presionado por SoftBank para abandonar su cargo como CEO, algo que terminó haciendo a cambio de una increíble suma de más de 1.000 millones de dólares, en concepto de indemnizac­ión, por la venta de sus acciones e incluso por un puesto como consultor. Ahora, la capitaliza­ción bursátil de la compañía está por debajo de los 1.700 millones de dólares.

A pesar del desastre, en el caso del fundador de WeWork habrá una segunda oportunida­d. Andreessen Horowitz, la célebre firma de capital riesgo de Silicon Valley, ha invertido 350 millones de dólares en Flow, la nueva aventura inmobiliar­ia en la que Neumann viene trabajando y que prevé lanzar a comienzos de 2023. Aunque aún no se ha puesto en marcha, Andreessen Horowitz valora ya la empresa en más de 1.000 millones de dólares.

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Adam Neumann, fundador de WeWork y ahora de Flow.

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