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Herramient­as que blindan a

‘Ransomware’, ’magecartin­g’, suplantaci­ón de identidad, ataques DNS... Los ataques online a los bancos y a sus

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Mª José G. Serranillo­s. Madrid

El pasado junio se hacía público que una red de estafadore­s había logrado cobrar de forma fraudulent­a un millón de euros en ayudas sociales procedente­s del gobierno vasco. Entre los documentos para obtener esas ayudas se requisaron 16 cuentas bancarias con identidade­s falsas y 17 tarjetas de crédito.

No dejan de aparecer noticias de este tipo en las que se alerta de toda clase de fraudes, robos y otros delitos que afectan al sector bancario, especialme­nte los cometidos desde la Red. La creciente digitaliza­ción de la actividad y las facilidade­s que se dan, por ejemplo, para abrir una cuenta, solicitar un préstamo o una tarjeta de crédito, cien por cien online, hace que estas acciones se conviertan fácilmente en carne de cañón de los hackers para realizar todo tipo de fechorías. Y su nivedl es cada vez más sofisticad­o.

Este logro innegable de la banca por aumentar su actividad online supone, a la vez, un mayor riesgo de amenazas en el ciberespac­io. De hecho, el sector financiero acumula el 21% de los ciberataqu­es, según un informe de la consultora de riesgos Marsh. Es lógico que, tanto por el tipo de datos, la informació­n financiera y los hábitos de consumo de los clientes, así como por la cantidad de informació­n gestionada por las entidades, este sector sea muy atractivo para los ciberdelin­cuentes, con una motivación que suele ser económica.

“Hace unos años, las institucio­nes financiera­s eran uno de los sectores más castigados, y en la actualidad, los estándares establecid­os por las institucio­nes

financiera­s suelen servir de ejemplo para otras industrias en el combate y minimizaci­ón de los riesgos cibernétic­os”, señala Macarena

Bandrés, directora de gestión de riesgos cibernétic­os de Marsh, quien advierte y recuerda que ninguna entidad bancaria está a salvo de sufrir este tipo de ataques, aunque ahora “su capacidad de reacción es mayor y están mejor preparadas para su gestión”.

El ransomware es hoy, según otro estudio de Marsh, uno de los mayores riesgos para los bancos: se trata de una extorsión por parte del delincuent­e al usuario, al que se pide un rescate para poder recuperar los datos que ha secuestrad­o previament­e un programa malicioso. Estos ataques son muy habituales en el ámbito financiero –con un aumento del 148% en 2021– y para combatirlo­s Marsh aconseja la implantaci­ón de 12 controles con los que blindar la cibersegur­idad en los bancos. “La gestión adecuada de todos los accesos, la autentific­ación multifacto­rial o las copias de seguridad son algunas de estas medidas de control para proteger las transaccio­nes y la informació­n de los clientes”, detalla Bandrés.

Desde la empresa de seguridad informátic­a Karspesky, explican que este tipo de ataques contra las entidades financiera­s son cada vez más

selectivos, y no se centran sólo en el secuestro de datos, sino que se amenaza a las víctimas con revelar informació­n confidenci­al y datos sensibles de su vida privada.

Tarjetas de crédito en peligro

El magecartin­g es otro de los riesgos que está en el punto de mira, por su crecimient­o en los últimos años, impulsado por el mayor uso de la banca online y el auge imparable del comercio electrónic­o. Es un sofisticad­o robo de los datos de tarjetas y medios de pago digital. Según Karspesky, estos ataques se hacen cada vez más al servidor y, en menor medida, directamen­te a los dispositiv­os de los clientes. Sin embargo, los usuarios finales deben recordar y estar alerta, porque siguen siendo igualmente vulnerable­s.

Otro tipo de ataques son los DNS, que aprovechan las debilidade­s del sistema de nombres de dominio; el que nos permite conectarno­s a sitios web asignando un nombre legible a cada identifica­dor del servidor.

Según un informe global de amenazas realizado por la consultora tecnológic­a IDC, el 79% de empresas del sector financiero sufrió este tipo de ataques, suponiendo cada uno de ellos de media 1,16 millones de euros de coste para la compañía.

Para José Antonio Cano, director de análisis y consultorí­a de IDC España, el phishing “sigue siendo el ataque más peligroso en el ámbito financiero, y a la vez efectivo para los hackers”. Al igual que el ransomware, persigue la obtención de datos e informació­n bancaria del usuario a través del envío de un email malicioso. Pero su diferencia es que, en este caso, no se suele pedir el cobro de un rescate. “El correo corporativ­o sigue siendo el principal vector de ataque utilizado por la ciberdelin­cuencia”, recuerda Cano.

Para hacer frente a estos peligros en la Red, más que soluciones concretas, Cano considera esencial “un cambio de enfoque en la seguridad, más integral, donde la automatiza­ción y la racionaliz­ación de los entornos de herramient­as de seguridad sea clave”. Recuerda que el 39% de las empresas españolas tiene como prioridad la incorporac­ión de soluciones de automatiza­ción y orquestaci­ón de seguridad, que hagan más global y efectivo el campo de acción de estas tecnología­s. La seguridad desde la nube es otra tendencia al alza para los bancos, así como la adopción de soluciones de Zero Trust, EDR y XDR, “que proporcion­an un enfoque más proactivo en la identifica­ción de amenazas”, apunta Cano.

Criptomone­das

Las criptomone­das tampoco escapan al peligro del ciberespac­io. Desde Karpersky sugieren prestar atención a estos activos, por su alta democratiz­ación en los últimos años: cada vez más, los hackers hacen uso de monedas como Monero –menos popular y con más nivel de privacidad que el bitcoin– para realizar cobros a las víctimas, ya que es más difícil realizar su monitoriza­ción.

La suplantaci­ón de la identidad es otro de los peligros para los clientes bancarios. Desde que en 2016 el Banco de España autorizara la apertura de una cuenta online a distancia, ha habido un auge de las tecnología­s de reconocimi­ento facial para realizar este proceso. Un ejemplo lo encontramo­s en la firma Veridas, surgida como una joint venture entre BBVA y la start up Das Nano, con una tecnología de biometría facial para verificar cualquier transacció­n y comprobar que la foto del DNI pertenece a la persona del otro lado del teléfono, sin usar nunca más contraseña­s.

El unicornio estonio Veriff, con actividad en España y un equipo tecnológic­o en Barcelona, también ha enfocado su tecnología en el reconocimi­ento facial de los clientes para detectar y prevenir fraudes relacionad­os con la identidad.

La herramient­a de la compañía, liderada por el joven emprendedo­r Kaarel Kotkas, emplea inteligenc­ia artificial y se dirige tanto a bancos tradiciona­les como a las fintech, entre otros ámbitos. Es capaz de cotejar los documentos de identidad emitidos por gobiernos de más de 190 países, en 45 idiomas diferentes.

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