El maestro de fotógrafos
Considerado un referente para Henri CartierBresson, el húngaro André Kertész, un genio de la fotografía, protagoniza El doble de una vida, una exposición con 189 fotografías –163 en blanco y negro y 26 en color– que recorren la vida y obra de este artista autodidacta que iba para agente de bolsa y brilló en 1912 con la imagen Joven adormecido, la instantánea que abre el recorrido que captó con su primera cámara, una ICA rectangular.
De origen judío y herido en la Primera Gue- rra Mundial como soldado del ejército austro-húngaro, se instaló en París, donde coqueteó con el surrealismo, dadaísmo y constructivismo, pero sin adoptar ninguno de ellos.
Amigo de Chagall
En la ciudad francesa convivió con la bohemia de Montparnasse y se codeó con Mondrain, Chagall y Man Ray, perfeccionando su técnica y buscando perspectivas desde puntos elevados y composiciones geométricas.
Allí trabajó para revistas francesas y alemanas, se casó con su gran amor, Elisabeth Salamon, y se compró una cámara Leica con la que inmortalizó a sus amigos: Korda, Colette, Einstein...
Pero el nazismo logró el poder y Kertész tuvo que refugiarse en Nueva York, donde trabajó para publicaciones de moda y decoración y retrató los puentes y rascacielos desde su apartamento en Washington Square.
Tras exponer en la Bienal de Venecia, el MoMA le dedica una extensa retrospectiva en 1964 que le consagra como uno de los grandes de la fotografía.