El teleadicto
Noto que hay algo muy cateto en toda la historia del comentadísimo y fugaz paso de Justin Bieber por España. Es obvio que el cantante fue caprichoso y poco profesional, pero hay que reconocer que los entrevistadores tampoco ayudaron. En el caso de Dani Mateo, de cuyo programa de radio se escapó con un surrealista “voy al baño”, la falta de un traductor apropiado enturbió una charla por lo demás previsible. El inglés, esa lacra patria. Lo de no es nada nuevo. Pablo Motos, siempre excesivo y sobón en sus muestras de colegueo con las estrellas internacionales –¿a qué viene tanto abrazo con alguien que no te tiene ningún aprecio especial?–, planteó la entrevista como si Bieber fuera el ganador de y no un chaval de 21 años, que por muy pavo que parezca, ha viajado por medio mundo y algo tendrá que contar. Ante algunas preguntas –“¿Te haces la cama?”– yo también resoplaría. Tan aburrida como Justin vi a Ana Blanco en su primera entrevista en sus 25 años en TVE a Mariano Rajoy. Un supuesto premio que no encaja con las virtudes de esta periodista: su claridad de exposición y lo familiar de su cara y su voz no sirvieron de nada para frenar el torrente de datos y de frases mil veces repetidas por el presidente. Solo logró colar alguna repregunta sin demasiada seguridad, pero no evitó la sensación de que el entrevistado jugaba en casa. Mucho más afinada veo estas últimas semanas a Sandra Sabatés. Es verdad que el formato de
obliga a que sus preguntas estén guionizadas, pero la intensidad y la intención con que las formula conjugan genial con los comentarios cachondos y acertados de Wyoming.