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Un buen comienzo

El desayuno, la comida m‡s importante del d’a, se ha convertido en un mero tr‡mite sin equilibrio nutriciona­l. Es necesario dar ejemplo a los niños.

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Se levantan con el tiempo justo para ir al cole, comen ‘a la carta’ (en la mayoría de los casos, sin fruta ni fibra) y lo primero que hacen es poner la tele. Con este panorama, no es difícil deducir que muchos niños españoles tienen un problema de alimentaci­ón. El estudio Tulipán sobre hábitos arroja datos preocupant­es.

Básico en el desarrollo

Casi la mitad de la población infantil (el 40 por ciento) no desayuna de forma habitual en familia, cuando es esta quien debe establecer las bases para que la primera comida del día, la más importante, reúna las mínimas condicione­s. El mero hecho de que esté presente uno de los padres incrementa la probabilid­ad de que los escolares elijan alimentos más saludables que si están solos.

Otra de las conclusion­es del informe es que el 8 por ciento ■ Presionar a los niños. Intentar que tomen raciones grandes es absurdo; cada niño come lo que necesita. Hay que desterrar esa costumbre de antaño. de los mayores de 6 años no desayunan todos los días, lo que repercute negativame­nte en su desarrollo.

Lo ideal es que los niños se sienten a la mesa, junto a un adulto, y que incorporen productos de calidad nutriciona­l como frutas, cereales integrales, lácteos desnatados y otros que aporten grasas saludables como aceite de oliva, frutos secos o margarina (no todas son malas).

Desde el inicio de la crisis, el 12 por ciento de los padres se ha visto obligado a cambiar sus rutinas, ahora con menos variedad en la mesa. Dos de cada diez da más importanci­a a que el desayuno sea sencillo, sabroso y divertido, a que sea sano y equilibrad­o. La infancia es un periodo clave para consolidar buenos hábitos. Conviene crear un entorno agradable, disponer de tiempo (15-20 minutos) y aumentar la variedad de alimentos. Hay que dar ejemplo. ■ Descontrol­ar los horarios. Las horas de las comidas deben ser regulares y no improvisar, ya que eso suele repercutir en la escasa variedad y calidad nutriciona­l.

40%

■ ‘Perdonarle­s’ el desayuno. Si no se tiene el hábito de desayunar, hay que aumentar los días en los que toman algo, empezando por sus alimentos preferidos. ■ Poner la televisión y dejarles que se queden embobados viéndola. Que se duchen por la mañana ayudará a que se espabilen antes y coman mejor. ■ Admitir sus exigencias. Aunque hay que intentar que estén felices, no hay que tratarles ‘a la carta’, sino poner un menú equilibrad­o y saludable. Prepara la mesa la noche anterior.

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