El teleadicto
Antes de que se estrenara Supervivientes, muchos lectores nos preguntaron a través de nuestra web por qué no se volvía a hacer una edición de anónimos. Todos coincidían en que su anhelo es vivir la “experiencia”, un concepto que en televisión, en concreto en Telecinco, es difícil de tragar sin un alto grado de prejuicios. En cualquier caso, parece que esos emails llevan tiempo llegando a los buzones de las cadenas, de ahí que nos encontremos ahora con dos realities de supervivencia que huyen del concepto VIP y también del humor, pilares básicos del éxito del ‘hermano mayor’. La isla, en La Sexta, parece ideado en negativo: nada de famosos, nada de ‘organización’ que varíe las reglas, nada de plató en Madrid para analizar… Del resultado diré que lo mejor es que rompe con la claustrofóbica sensación de enjaulamiento que a veces transmiten Alba Carrillo y compañía. Pero naufraga porque el formato es endeble, la figura del presentador no encaja –cada vez que la voz en off habla de “los hombres” suena ridículo–, y sobre todo cuesta encontrar un argumento al que engancharse; cualquier documental de La 2 lo supera en trama. Justo contra eso lucha la original idea de El puente. En este caso, la factura y el concepto son cinematográficos, con sus flashbacks y todo para conocer a los ¿personajes? Lo que pasa es que como ficción es espeso y como reality tiene una tremenda falta de espontaneidad. Y, de nuevo, la presentadora es un adorno, algo imperdonable cuando has tenido el tino de resucitar a Paula Vázquez. Si estuviera en una isla desierta y solo pudiera ver uno… Me quedaría con el primero.