El teleadicto
Sé que esta comparación es denunciable, pero allá voy: con lo nuevo de Twin Peaks me pasa lo mismo que con el futuro
Operación Triunfo. Que no quiero tocar mis mitos. Que es estirar algo que ya fue. Y que hay creatividad suficiente hoy y ahora como para tener que volver a lo que en su día fue creativo. De hecho, en realidad en esta columna quiero reivindicar con fuerza lo que de verdad es nuevo, y por eso no quiero hablar de si el revival de David Lynch logra repetir esa fascinación en el espectador del producto original, sino que elijo poner el foco en la serie que me ha fascinado hoy y ahora, sin ataduras al pasado. Hablo de The Leftovers. La temporada final ha sido tan original y tan abrumadora, tan profunda y tan autoparódica, tan arriesgada y tan artística como obra audiovisual que me atrevo a afirmar que esta es la digna continuación de TwinPeaks, en el sentido de que apuntala y lleva más lejos ese camino que ha hecho de las series de televisión un arte. Es curioso porque, pese a su calidad, la ficción de la HBO se ha quedado muy lejos en términos de popularidad de Perdidos, con la que comparte creadores y muchas referencias espirituales e incluso religiosas. Aquella enganchaba más por su potentísima narrativa, que hoy se sigue imitando con total descaro, pero la idea global, al conocer el final, supuso el mayor bluf de la historia de la tele. Sospecho que TheLeftoversseguirá el camino contrario: su apoteósico –el adjetivo es certero– desenlace, con cuadratura del círculo incluida, hará que su fama como serie de culto crezca a partir de ahora. Y, quién sabe, a lo mejor dentro de 25 años me tocará criticar su desde ya innecesaria continuación.