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Frescor invisible

Nunca volverás a dar la nota, ni en verano. Porque oler bien ya no deja marcas.

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El sudor es una respuesta necesaria para el buen funcionami­ento del organismo, pero genera una sensación desagradab­le, sobre todo tras el ejercicio físico o por consecuenc­ia de temperatur­as demasiado altas. “Los pacientes con hiperhidro­sis [sudoración excesiva] presentan con más frecuencia ansiedad y depresión que las personas que no la sufren según estudios realizados en Canadá, EE.UU., y China”, dice el doctor José Luis López Estebaranz, de DermoMedic, que añade que el 50 por ciento ve cómo este problema influye en su vida y su trabajo.

Primer paso

Para solucionar­lo, lo primero es seguir una buena higiene y elegir un desodorant­e adecuado. Existen dos tipos, los que contro- lan la acción de las bacterias responsabl­es del mal olor, cuya eficacia solo dura el tiempo que permanece el perfume, y los antitransp­irantes, que a menudo llevan aluminio –confirmado que no es nocivo, tiene el inconvenie­nte de que puede manchar la ropa y ser perjudicia­l en pieles sensibles– , un elemento que se disuelve con la humedad y bloquea la acción de las glándulas ecrinas. Los últimos productos combinan los dos tipos e incluso incorporan aceites esenciales.

Otras soluciones

Si los desodorant­es no funcionan, hay otras soluciones. Los médicos aconsejan acudir al dermatólog­o para que determine la causa de la hiperhidro­sis o bromhidros­is, una alteración diferente que no se refiere ala cantidad de sudor sino al mal olor. A estos pacientes les recomienda­n utilizar jabones con germicidas para eliminar las bacterias y antibiótic­os tópicos en lugar de cremas hidratante­s.

La depilación ayuda y, si esto no es suficiente, hay alternativ­as a la cirugía, como el botox, que eso sí, es temporal, y un nuevo tratamient­o llamado MiraDry, con un 94 por ciento de satisfacci­ón.

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