Con injusta mala fama
■ Lácteos enteros. No afectan negativamente el colesterol ni a otros marcadores de salud y tienen nutrientes como vitamina K2 que ayuda a fijar el calcio en los huesos. La OMS recomienda tres raciones diarias para niños y dos para adultos. ■ Huevos. No aumentan el colesterol, son buenos para el corazón y contienen proteínas de alta calidad y fáciles de digerir. La yema, rica en luteína, puede proteger contra las cataratas. ■ Sal. Es cierto que aumenta la presión arterial y el riesgo de patologías coronarias, pero si no está contraindicada, en dosis pequeñas, ayuda al sistema neuromuscular y al equilibrio de fluidos.
Gluten. Una dieta sin gluten carece de sentido para aquellos que no sufren enfermedad celiaca. Además, puede no estar indicada para algunas personas, afectar al crecimiento de los niños y aumentar el riesgo de obesidad infantil. ■ Verduras congeladas o en conserva. La mayoría tienen los mismos nutrientes que las frescas compradas del día y, a menudo, más que las que llevan varios días en casa.. ■ Chocolate. Antaño culpable de los kilos de más o los granos del acné, hoy se sabe que esto era un falso mito y que ayuda en las dietas de adelgazamiento. ■ Frutos secos. Además de su elevado aporte calórico, son saciantes y gran parte de su grasa – si se toman enteros y se mastican bien– se elimina a través de las heces.