Érika Reija, en primera línea
Experta en el mundo árabe, acaba de llegar a la capital rusa procedente de Marruecos.
Acostumbrada a buscar historias por el mundo, informa desde julio de una de las grandes potencias del mundo. Érika Reija, que nació en Lugo, habla cuatro idiomas, casi domina el árabe y pretende aprender ruso.
Llevas un mes en Moscú. ¿Cómo ha sido tu aterrizaje?
Pues un poco loco. Un día cierras una etapa en Rabat y casi al día siguiente abres otra en Moscú donde cambia ¡todo! Exige ‘resetearse’ por completo en muy poco tiempo.
Es tu segunda corresponsalía. ¿Cuál es su atractivo?
La primera es un poco como el primer amor, que nunca se olvida. Vivir en Rabat me ha marcado mucho. Pero la vida trae nuevas opor- tunidades para seguir creciendo. Rusia es un país con muchísimo peso internacional. Seguir su día a día será para mí un reto apasionante.
¿Has hablado con el anterior, Luis Pérez? ¿Te ha dado algún consejo?
Si, afortunadamente hemos coincidido unos días en ambos destinos. Destacaría su recomendación de estar muy alerta con las fake news o noticias falsas. Y toda una lista de consejos prácticos para no sucumbir al largo
invierno ruso...
¿Conocías Rusia?
En 2014 ya tuve ocasión de trabajar aquí como enviada especial. Fue además un año clave por la anexión rusa de Crimea y el estallido de la guerra en Ucrania. Antes ya había estado como turista y visitando a una gran amiga que trabajó cinco años en la televisión rusa. Todo ese conocimiento previo me servirá.
¿Cómo se ve nuestro país desde allí?
España es un país que en general gusta mucho al extranjero, por sus gentes, su clima, su gastronomía... Aunque aquí muy poca gente viaja al exterior.
¿Cuáles son los grandes frentes abiertos
¡Uf, miles! Su relación con EE.UU. vuelve a estar al rojo vivo por la supuesta injerencia del Kremlin en la victoria de Trump. Además, Rusia sostiene al régimen de Bachar El Assad en el conflicto en Siria y continúa su apoyo a los rebeldes pro rusos en Ucrania. Y en 2018 habrá elecciones presidenciales y un mundial de fútbol.
¿Cuántos formáis el equipo?
Tengo la suerte de contar con un equipo íntegramente ruso: Karina, la traductora; Iván, el cámara; Natasha, la administrativa, y Anatoli, el conductor, capaz siempre de coger el camino más corto en medio de un tráfico infernal.
¿El cambio de destino influye en tu actividad?
Trabajas en otro escenario, con otros protagonistas, pero mi misión es la misma en cualquier lugar: ser testigo con mis propios ojos, tener el mayor número posible de fuentes y contar la verdad, pravda, que dicen por aquí.
“Vivir en Rabat me ha marcado mucho” “Mi misión siempre es la misma: contar la verdad”
¿Y las trabas más difíciles?
La burocracia es muy pesada, igual que en Rabat. También existe desconfianza hacia el periodista extranjero. Y dificultades para
encontrar voces críticas fuera del discurso oficial.
¿Añoras tu etapa de enviada especial en la pública?
Aquel periodo fue apasionante. Estás en la redacción y de repente estalla la noticia y te mandan a Brasil, Egipto, Libia... Pero creo que la evolución lógica es dar el salto a una corresponsalía para empaparte de un país o región en concreto y ofrecer una información más sopesada y valiosa cuando pasa algo importante.
¿El conflicto más peligroso?
Contar en directo la caída de Mubarak. Fue mágico vivir con los egipcios aquel momento de esperanza. Paradójicamente hubo mucho descontrol… una compañera estadounidense fue violada…Yo sufrí un intento de agresión, pero con la ayuda del cámara Francisco Magallón salí ilesa.