‘Narcos’.
La tercera temporada de la serie de Netflix se centra ahora en el cartel de Cali
Pablo Escobar ha muerto. Después de casi dos años de persecución sin descanso, 25 millones de dólares de recompensa, ocho mil hombres de la Policía Nacional colombiana y decenas de navy seals de la Armada estadounidense, además de colaboraciones ‘desinteresadas’ de millonarios del país y de los clanes de la competencia, el gran capo ha sido abatido a tiros.
La amenaza ha acabado. Pero solo en Medellín y por poco tiempo. Otra organización criminal del narcotráfico, la de Cali, tercera ciudad más importante del país, ha tomado el relevo. Más ricos y ambiciosos, sus jefes son ahora el objetivo de la nueva misión del agente Javier Peña en la tercera temporada de Narcos, la serie que Netflix estrena en todo el mundo el viernes 1 y que ha provocado un poco de interés por el español, ya que está rodada, en parte, en nuestro idioma.
El cerebro ejecutivo de los llamados Caballeros de Cali es Gilberto Rodríguez Orejuela (Damián Al- cázar), cuyo hermano Miguel (Francisco Denis) lleva los asuntos financieros mientras Pacho Herrera (Alberto Ammann) es el sicario que dirige las conexiones mexicanas y la distribución internacional y Chepe Santacruz Londono (Pêpê Rapazote) organiza los envíos de cocaína a Nueva York. Pero el verdadero protagonista de los diez nuevos episodios de la serie más vista de Netflix en España es, de nuevo, el agente de la DEA (Agencia Antidroga de EE.UU.) Javier Peña, interpretado por el estadounidense de origen chileno Pedro Pascal. La nueva temporada comienza con su aburrida vida en Laredo, Texas. Aunque fue recibido como el héroe que acabó con Escobar, su novia le olvidó hace tiempo, nadie le echa de menos y, además, no para de pensar en los nuevos reyes blancos de Cali.
“Había que seguir sin su gran protagonista” (E. Newman, productor)
Un reto sin Escobar
“Había que seguir sin el protagonista, así que el reto era enorme –revela Eric Newman, productor ejecutivo de la serie– porque la muerte de Escobar implicaba que el carismático Wagner Moura,
desaparece… Menos mal que contamos con Javi y con las cuatro nuevas ‘serpientes del mal’ para reemplazarlo”.
Así, el peso de la trama se concentra en ellos pero, sobre todo, en Pedro Pascal, quien fuera el apuesto príncipe Oberyn en Juego de
tronos y el agente Marcus Pike en la serie El mentalista.
La Colombia real
“Yo creo que la gran protagonista de Narcos sigue siendo Colombia, sus gentes y sus paisajes”, puntual iza Pascal, que reivindica el trabajo de las productoras Netflix, Gaumont y Dynamo, para seguir rodando en los escenarios donde ocurrieron los hechos en los ochenta y noventa.
“La gente de aquí está harta de las películas ambientadas en un país que hoy es falso con gallinas por los pasillos y goteras en los techos; querían algo real, con sus miserias y sus maravillas… y se la hemos dado”, continúa el actor, nacido en Santiago de Chile en 1975 e hijo de un matrimonio simpatizante de Salvador Allende que huyó a EE.UU. tras el golpe de estado de Augusto Pinochet.
América y la cocaína
Pero rodar en el país también tiene sus inconvenientes, como explica Pascal: “Soy consciente de que Narcos aporta riqueza a Colombia y permite que el trabajo de sus actores sea conocido, pero también contribuye a la identificación de Latinoamérica con la cocaína y eso no me agrada en absoluto. Aunque la serie no añade datos falsos ni glorifica el narco”. En el primer capítulo de la nueva tanda, Peña acude a la Embajada estadounidense en Bogotá y rechaza en un mismo día chófer, privilegios y una copa con los funcionarios. “No se fiaba de nadie – explica el actor– porque el dinero lo corrompía todo y se jugaba la investigación, su vida y la de sus hombres”. Ahora su objetivo está en Cali.
“Los colombianos querían una historia real”
(Pedro Pascal)