El teleadicto

Sin que sirva de precedente, hoy voy a tirar por lo personal. Durante casi dos años, mi mejor amigo, que además de un gran actor es también redactor de esta revista, protagonizó una obra de teatro de gran éxito titulada Comiéndote a besos. A muchos os sonará ese título: está inspirada en una canción compuesta por Rozalén que habla sobre la relación de una persona que es seropositiva con otra que no lo es. Lo maravilloso del asunto es que ahora ha alcanzado a millones de personas gracias a que se interpreta en OT coincidiendo con el Día Mundial de la Lucha contra el Sida. Qué mensaje tan importante. Quiero hablar con profunda emoción de lo que está consiguiendo esta edición. Le otorgo un valor enorme, trascendental, a la imagen que transmite de una juventud diversa, concienciada, talentosa y curranta. No existe mejor campaña a favor de la tolerancia que ver con absoluta normalidad que una chica, tímida y risueña besa ante toda España a su novio transexual. Que el favorito del público, un chaval único y con una personalidad de lo más original, luzca camisetas a favor del feminismo. Creo que nunca me había sentido tan cómplice de un programa de televisión. Para rematar esta alegría, vuelvo al teatro: este teleadicto ha hecho sus pinitos como autor y director, con la suerte de poder trabajar con Natalia Rodríguez, la ‘hija buena’ de Ana Belén en Traición. Sin la más mínima intención de ser objetivo, os pido que os dejéis seducir por el bellísimo magnetismo de esta actriz que es Scarlett Johansson, es Katharine Hepburn y es otra punta de lanza de una generación que me comería a besos.