Una actriz incombustible
A los 56 años, desafía las normas de Hollywood y no solo acumula premios, también proyectos.
Un atrevido monólogo que recitó desnuda de cintura para abajo en la película Vidas cruzadas, de Robert Altman, le dio el espaldarazo definitivo. Era el año 1993 y Julianne Moore llevaba algún tiempo participando en culebrones televisivos y obras teatrales sin demasiado éxito. Tras aquel papel, se convirtió en la musa de autores como Paul Thomas Anderson, Louis Malle y los hermanos Coen y, a principios del siglo XXI, ya era una de las actrices más prestigiosas de Hollywood con dramas como El fin del romance, Lejos del cielo y Las horas.
Infancia nómada
Nació hace 56 años en Carol ina del Nor te, EE.UU., hija de una psicóloga escocesa –tras su muerte, en 2009, tomó la nacionalidad británica como homenaje– y un juez militar, continuamente de traslado, que provocó su infancia nó- mada, durante la que se refugió en los libros.
Decidió ser actriz cuando vio a Meryl Streep en la portada de la revista Time y a los 23 años se instaló en Nueva York para cumplir su sueño. Hoy continúa viviendo allí con sus dos hijos, ya adolescentes, y su segundo marido, el guionista Bart Freundlich, al que conoció durante el rodaje de Volviendo a casa.
Próximos trabajos
Su carisma, fuerza interpretativa y enorme naturalidad le han valido el Globo de Oro, el Emmy, el BAFTA, la Copa Volpi, el Oso de Oro y el premio de Cannes y, a los 56 años, una edad a la que las actrices suelen desaparecer en Hollywood, no para de trabajar.
Tras el est reno de Kingsman: El círculo de oro,