El teleadicto
El universo paralelo de Mujeres y hombres y viceversa se muda a Cuatro, a la misma franja en que hace unas semanas fracasó estrepitosamente Singles, su primo pseudomoderno. Un realojo incómodo para la imagen de la segunda cadena de Mediaset, que se ha convertido en una especie de aplicación de citas continuada. Está claro que el amor y sus sucedáneos son un material televisivo de primer nivel, pero resulta inverosímil que puedan vertebrar la programación entera de un canal generalista. Y menos con formatos como el que presenta Emma García, que parte de una falsedad obvia –la necesidad de gente obsesiva con el físico de ir a la tele para ligar– y en su desarrollo perpetúa todos y cada uno de los tópicos machistas y de la juventud nini. Justo en la dirección contraria a la ola más positiva y esperanzadora de 2018. En las antípodas creativas de este renqueante show está el que para mí es sin duda el mejor capítulo de la historia de Black Mirror, titulado Hang the DJ. Trata sobre unos jóvenes que se conocen a través de un sistema de citas absolutamente dictatorial: la máquina elige a tu pareja y desde el primer minuto acota lo que va a durar esa relación, sin posibilidad de escapar ni de prolongar. El planteamiento es llamativo, pero el giro final es una auténtica genialidad. En unos pocos segundos, la serie se marca el retrato de la tecnología más profundamente humano que he visto nunca, algo inesperado en una producción que siempre se ha basado en afilar las aristas del lado oscuro de los avances tecnológicos, a veces con un tono de pesimismo algo impostado. Eso sí que es amor… por la buena televisión.