El teleadicto
Hace un año que en mi misma calle abrió una pequeña escuela de corte y confección. El negocio arrancó tímido, pero últimamente se veía bastante movimiento. Creo que la dueña ha puesto velas a todos los santos para que Maestros
de la costura funcione en La 1 y provoque una ola de afición a estos menesteres. Diría que sus plegarias, y las metáforas religiosas no son gratuitas, han sido escuchadas. El talent show calca sin disimulo el ya testado patrón de Masterchef, algo denunciable si no fuera porque comparten productora, y los remates con los que se diferencia son bastante resultones. Aborda con respeto un oficio, no es un cacareo de modernez. Raquel Sánchez
Silva es la presentadora ideal: se nota que ama la moda, tiene percha y actitud para lucirla y, aunque se difuminó en su etapa en #0, nos recuerda que es una superdotada para manejar los tonos que necesita un reality para estar vivo: emoción, diversión, tensión, alegría. De los replicantes de Pepe, Jordi y Samantha, el personaje es sin duda Lorenzo Caprile. Por la radio ya sabía que era un comunicador original y con carácter, y ante la cámara se crece porque logra el punto justo entre el show cascarrabias y el rigor profesional. A Palomo Spain y María
Escoté aún se les ven las costuras de la inexperiencia, pero al tiempo. El broche final es el casting. A menos que se haya realizado en escuelas parroquiales, no me explico de dónde sacan tanto catecista, profesor de religión y cofrade bordador. Sospecho que en TVE querían equilibrar la pluma que se vincula a la moda con mucha fe… Aunque el resultado es muy de fondo de armario.