SuperTele

Una escuela en movimiento. Supertele se cuela en Fama, abailary muestra sus secretos

Más de cien personas hacen que el concurso se convierta en un centro de formación.

- M. J. Andrés. Fotos: G. Jiménez

¡Fama, a bailar! ‘Supertele’ se cuela en las instalacio­nes donde se desarrolla el programa de baile de Movistar,que acoge el plató y la vivienda de los concursant­es

“Estos bailarines son más versátiles” (Floren Abad,

productor)

Grafitis en las paredes de hormigón, enormes tubos industrial­es en el techo… Parecen atrezo pero no lo son. Una antigua fábrica de jabones ubicada en Alcalá de Henares, Madrid, se ha convertido en un elemento más del concurso de baile. El plató ocupa la mayor superficie. En él se han construido unos modernos cubos metálicos con paredes de cristal, donde se reúne el claustro o ensayan los alumnos. Al fondo no pasa desapercib­ida una elevada escalera que conduce al otro ala. Pero sin acceso; allí se encuentran las estancias donde los participan­tes permanecen encerrados.

Faltan cinco horas para el directo y la actividad es trepidante. Más de un centenar de personas, todas con camisetas negras con el logo, ocupan la nave principal. La maquinaria de Fama, a bailar se ha puesto en marcha. “Todo se planifica con mucha antelación: coreograf ías, actuacione­s, premios… Las reuniones son constantes”, explica la directora, María Zambrano. Son los preparativ­os del show televisivo, pero nadie ignora que aquello es una escuela de formación: “Desde las nueve hasta las once y media de la noche, los chicos reciben workshop, participan en talleres… Todo forma parte de su aprendizaj­e”, declara Juan Higueras, guionista.

Doce horas de ensayos

Y su capacidad sorprende a todos: “Han desarrolla­do una gran memoria coreográfi­ca, algo que se nota en los momentos de crisis. Y algunas ‘coreos’ grupales, que luego arrasan en internet, se comen hasta doce horas de ensayo, más cuatro o cinco para la grabación. Y luego piden más”, añade la directora. Hay que hacer cinco directos a la semana: “Por eso el formato es pura mecánica”.

El equipo original de Fama… repite: “La gran diferencia entre los primeros aspirantes de hace diez años y estos es la versatilid­ad. Los estilos ya no son estancos; bailan cualquier disciplina”, explica Floren Abad, productor ejecutivo. Ya en el casting, los profesores rechazaron las etiquetas: “Fue el primer golpe de realidad”.

Menos reality

El concurso se ha desprendid­o del peso de la vida en directo. “Entendemos que los propios concursant­es se guardan sus emociones delante de las cámaras, pero a nosotros tampoco nos interesa. Reflejamos sobre todo su esfuerzo y constancia. Buscábamos otro lenguaje visual y no vamos a forzarles”, declara la directora.

Sí ha habido que adaptarse a las nuevas formas de ver televisión. “A pesar de las nominacion­es o expulsione­s, Fama… se consume mucho en diferido o bajo demanda. Por eso construimo­s por piezas”, añade el guionista. El ritmo en plató se acelera; el público comienza a ocupar su sitio y, para sorpresa de todos, los alumnos observan de cerca. No pueden hablar con nadie, salvo por una necesidad. “Este no es un programa de encierro sino de aislamient­o. No saben la repercusió­n en el exterior”. Se turnan para salir al patio en el tiempo de recreo. “Echan más de menos instagram que a sus padres”. Y si así lo requieren, reciben ayuda de un coach especializ­ado, Juan de la Torre, o se comunican con los guionistas.

Comienza ahora otro baile; el de los ocho cámaras y tres realizador­es, que captarán cada movimiento en la pista. Se saben al detalle la escaleta. “Esta es una edición estresante. Teníamos los conocimien­tos de las anteriores y también de muchos años de Gran Hermano. Sabíamos cómo hacerlo pero hemos tenido que empezar de cero”, confiesa el productor.

“El formato es pura mecánica” (María Zambrano,

directora)

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Las cámaras vigilan a los a los alumnos en las salas de descanso. Los concursant­es aprovechan cualquier rato para entrenar. Cámaras y realizador­es estudian las coreografí­as. Paula Vázquez recibe los últimos retoques de peluquería.
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