El teleadicto

Lo malo de Tu canciónes que ha ido de más a menos. El mejor pase que Amaia y Alfred han hecho de este tema no fue en la final de

Eurovisión, sino al piano con Manu Guix, cuando aún tenían que leer la letra. En ese instante había ese punto inexplicable de magia, una prolongación del City of Stars que supuso el alumbrado oficial de la feria de OT. Solo por ese estado de gracia de la pareja se impuso a la que, con meses de perspectiva, se ha mostrado como el verdadero temazo, que no es otro que el de Aitana War. Mientras en Lo malo germinaba toda la potencia feminista con muchísimo rollo, a Tu canciónse le empezaban a ver las costuras: melodía sosa, letra cursi, subida instrumental artificial, vocal e interpretativamente plana… En el gran escenario de Lisboa, pese al magnetismo de Amaia –a Alfred se le notó ido, incómodo–, la propuesta retrocedió hasta un descarte de Disney mal planteado. Tenía sentido que la concepción del show fuera minimalista, de hecho al principio todos dábamos por hecho que compartirían piano, miradas y nada más, pero el escenario desnudo se veía gigante por culpa de una pésima iluminación como de salón de actos venido a más. Crear un ambiente íntimo requiere tanto trabajo como reventar los focos de colores como hizo la ganadora, y ahí la delegación española ha fracasado. El puesto es “una mierda”, como ha dicho Amaia, pero la verdad es que no daba para mucho más. Y eso que la competencia era más floja que otros años, con al menos quince rivales con unas dosis de plagio y/o garrulismo incompatibles con la victoria. Al final, lo malo fue no llevar Lo malo.