Vida sana.
Eliminarlo de nuestra dieta sin consultar a un médico no solo implica excluir muchos alimentos saludables, sino que puede dificultar un diagnóstico de celiaquía.
Glúten, ¿sí o no?
En los últimos años algunas voces promueven una dieta libre de gluten. Entre sus supuestos beneficios: nos ayuda a sentirnos menos hinchados, a adelgazar e, incluso, a mejorar nuestro rendimiento deportivo. Sin embargo, es preciso desmitificar y concretar algunos puntos de esta nueva moda.
El gluten es una proteína que se encuentra en la semilla de muchos cereales como el trigo, la avena, la cebada o el centeno.
Intolerante vs celíaco
Su consumo está contraindicado en personas celíacas, que suponen entre un 1 y un 2 por ciento de la población española. “Se produce una alteración es- tructural que daña la mucosa intestinal”, explica Luis Miguel Benito de Benito, digestólogo y experto de doctoralia.es. La celiaquía se diagnostica estudiando las vellosidades del duodeno, que estarán atrofiadas si la persona sufre esta enfermedad y come alimentos con gluten.
Muy diferente es el caso los intolerantes, en los cuales no se produce daño al consumir esta proteína, sino molestias al ingerirla. Cada caso es distinto y existen pacientes que sienten incomodidad solo cuando toman grandes cantidades, mientras que para otros un par de galletas son suficientes.
Además, un celíaco no siempre presenta síntomas, lo que dificulta su diagnóstico. En estos casos, el riesgo de desarrollar un linfoma intestinal aumenta. Sin embargo, se trata de un tumor maligno relativamente raro.
Lo más importante es detectar estos casos en la infancia, pues, al contrario que en los intolerantes, se trata de una dolencia que se da desde el nacimiento. Algunas pistas que ayu-
dan a los médicos a identificar un cuadro de celiaquía son la presencia de anemias, diarreas, pérdida de peso y sensación de fatiga.
El peligro de erradicarlo
A priori, dejar de comer gluten no tiene ningún tipo de repercusión negativa para nuestra salud. Sin embargo, la Sociedad Española de Patología Digestiva (SEPD) ha advertido del problema que supone apartar este elemento de nuestra dieta sin un diagnóstico médico previo: “Puede contribuir a que haya más casos de difícil detección”. Esto se debe a que el cuerpo se acostumbra a no consumir esta proteína y, a la larga, deja de producir las enzimas que permiten digerirla.
Además, corremos el riesgo de consumir menos granos integrales, que contribuyen a regular el tránsito y a prevenir algunas enfermedades cardiovasculares.